El reloj ha sido siempre el que ha ejercido su papel como accesorio idóneo para elevar un look formal. Sin embargo, en los últimos meses ha habido otro que le ha restado protagonismo en las alfombras rojas: el broche. Este adorno que parecía olvidado se ha convertido en muy poco tiempo en uno de los más repetidos por las celebrities en estrenos de cine, galas, festivales y entregas de premios, ya que han sido muchos los que han tirado de este recurso para escapar de la monotonía a la hora de lucir traje.
El ganador de un Oscar por Oppenheimer, Cilian Murphy, es uno de los actores que en más ocasiones ha completado su estilismo con una de estas joyas junto con Adrien Brody. A este último ya le vimos en la última gala del MET con un enorme prendido broche en forma de pájaro realizado con diamantes naturales y una gran gema aguamarina creado por la artista de alta joyería Elsa Jin sobre la solapa de su chaqueta, por lo que no ha sorprendido en absoluto que se haya confirmado como firme defensor de este complemento a su paso por el Festival de cine de Venecia.
Adrien Brody ha llegado a la Mostra para presentar la película The Brutalist, un drama cuya duración es de tres horas y media en el que el intérprete se mete en la piel de László Tóth, un superviviente húngaro del Holocausto que lucha por recuperar su carrera como arquitecto en Estados Unidos. «Para mí lo importante de encarnar este personaje era hacerlo real y lograr una película que no solo nos recordara el pasado sino que planteara muchas cosas de lo que está ocurriendo en la actualidad», ha declarado el actor sobre este papel con el que afirma haber sentido desde el inicio una gran vinculación ya que su madre fue una refugiada húngara que acabó ganándose la vida como fotógrafa en Nueva York: «Pude entender las repercusiones de algo en su arte», ha añadido al respecto.
La cinta que aspira a hacerse con el León de Oro en esta edición número 81 de la competición está dirigida por Brady Corbet y ha gozado a su paso por el certamen de una gran acogida con más de doce minutos de ovación de pie tras su proyección.
Ha sido en este contexto en el que se ha podido ver a Adrien Brody sacar su mejor versión estilística con un discreto esmoquin de color negro a juego con una camisa y una pajarita para no romper con el monocromatismo. Tan solo ha roto el esquema ‘total black’ con el brillo del broche que se ha colocado en la blazer para así marcar la diferencia con respecto al resto de looks que han sido la tónica general del Festival de Venecia hasta el momento.
Una pieza de artesanía tamaño XXL que confirma la tendencia de haber vuelto imprescindible este complemento que antaño solo parecía encontrar su espacio en el joyero de nuestras abuelas.