Burberry o las 1.001 formas de vender una gabardina

Burberry o las 1.001 formas de vender una gabardina

Burberry o las 1.001 formas de vender una gabardina

Con tan solo 21 años Mister Tomas abrió su primera tienda de ropa en Basingstoke. El señorito, aparte de vender paños, gustaba de observar la campiña inglesa y a sus granjeros, y esos momentos de idílico paisanaje le inspiraron para crear la prenda que le haría famoso y millonario, la gabardina. En 1879 creó un prototipo de abrigo resistente al agua y pronto encontró su cohorte de adeptos entre motoristas, viajeros y amantes de la naturaleza. Había nacido un icono de la cultura y la estética británica, el trench.

Desde entonces hasta mediados de los noventa Burberry fue eso, una marca de lujo de prendas más bien rancias para un público clásico, mayor y adinerado. Pero en 1997, con el fichaje de Rose Marie Bravo, Burberry abandonó las perchas de Haymarket y se subió a las pasarelas. Este salto y Kate Moss llevando su trench de Burberry a todos los saraos, hicieron que las ventas se dispararan entre los jóvenes británicos.

Ya en este siglo, y con la llegada de Christopher Bailey a la dirección creativa de la casa, Burberry se afianzó como parte de la cultura popular británica. Al trench y la bufanda de toda la vida le añadió la seña de identidad que más exporta el mundo british, su música. Así se ganó al público internacional y a adictas como Emma Watson o  Alexa Chung.

Ventas tecnológicas

Pero la verdadera revolución llegó de la mano de Angela Ahrendts. Inspirada en la manera de vender del Gran Bazar turco, la estrategia de la compañía se adelanta a la demanda del cliente. El vendedor del Gran Bazar con unas cuantas preguntas se construye inmediatamente un perfil del cliente y le ofrece lo que sabe que se llevará… son siglos de experiencia. Burberry suple esta carencia de siglos con la tecnología. Cada tienda es como una gigantesca página web en la que el programa Customer 360 invita al cliente a compartir su historial de compras, sus preferencias y sus fobias. Cada asistente de la tienda lleva una tablet en la que le aparecerán los gustos del cliente y la complicidad en la venta será mayor… ¡Todo sea por seguir vendiendo gabardinas un par de siglos más!

Lo cierto es que una gabardina Burberry es de esas prendas que, al menos una vez en la vida, debería formar parte de nuestro fondo de armario. Y como baratas no son, lo mejor es dar en el clavo con el modelo para que duren toda la vida. Siguiendo los consejos de la casa británica, las reglas básicas para dar con la gabardina perfecta son:

1.-Nunca comprar una talla amplia, una gabardina debe ajustar como un vestido, las costuras de los hombros caer justamente en los hombros y las mangas, rozar la muñeca.

2.-Siempre el largo por encima de la rodilla, más larga parecerá que se la has quitado a tu chico.

3.-Definir la cintura. Una gabardina debe acentuar la cintura y crear curvas.

4.-Y ya que te has gastado un buen pellizco en la prenda, no repares en llevarla a un buen sastre para que ajuste la gabardina como si Burberry la hubiera cortado especialmente para ti.

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