Lejos quedan ya aquellos más de 1000 pares de zapatos que Imelda Marcos guardaba en las profundidades de su residencia en Filipinas. El coleccionismo de alta costura se ha instalado en la sociedad como una forma de lujo más. Hay quien colecciona obras de arte, coches de alta gama o ediciones limitadas de motocicletas y hay quien decide invertir en ropa. De entrada puede parecer un mero capricho comparado con adquirir un Miró o un Rolls Royce, pero el negocio de la alta costura se nutre de este reducido grupo de personas que compra diseños exclusivos a precios de oro. No obstante, el número de potenciales clientes ha caído estrepitosamente durante los últimos años ¿Quién puede gastarse 10.000 euros en un vestido?
Debe tenerse en cuenta que un coleccionista va mucho más allá de adquirir un vestido en concreto. Un coleccionista busca la rareza, la peculiaridad, aquella pieza que puede convertirse en la estrella de su colección con el tiempo. Un coleccionista no se contenta con tener las piezas que producen las pocas casas de diseño que todavía confían en la alta costura, sino que busca en colecciones pasadas, esperando encontrar esa ganga. De ahí que la mayoría de nombres que se nos presentan ahora como coleccionistas de moda no sean más que personas con un buen bolsillo, un buen armario y muchas ganas de llenarlo. Las verdaderas clientas de la alta costura suelen permanecer en la sombra, ajenas a la fama. De hecho, los diseñadores tienden a programar desfiles privados para que puedan asistir sin tener que exponerse mediáticamente.
El caso de Eloísa Bercero
En nuestro país, cuando pensamos en alta costura nos viene a la cabeza Eloísa Bercero. Hasta hace poco, esta millonaria heredera del fundador de chocolates Elgorriaga, era una mujer misteriosa, de físico llamativo, que hacía grandes declaraciones en contra de las marcas de ropa low cost y presumía de amistad con varios de los grandes diseñadores. Bercero residía en una casa con servicio a las afueras de Madrid y frecuentaba las pasarelas de alta costura donde adquiría uno o dos vestidos por temporada. Admitía no haberse puesto nunca unos vaqueros, tener algún chandal de Chanel y llevar prendas de prêt-à-porter de Versace. Su colección estaba valorada alrededor de los 400.000 euros y la mayoría de prendas estaban sin usar. Según cuenta la leyenda, Karl Lagerfeld la describió como la mujer más chic del mundo, Mohamed Al Fayed acudió al restaurante del Ritz únicamente para conocerla y solo realizaba dos comidas al día para mantener la talla 38 -un desayuno ligero a media mañana y sopa y pescado por la noche-.
En los últimos tiempos hemos visto a Eloísa participando en realities de televisión, frecuentando tertulias y agudizando la polémica hablando de Letizia Ortiz.
Eloísa heredó de su padre una buena fortuna, además de varios inmuebles en los mejores sitios de Madrid, que son los que le han permitido mantener este ritmo de vida hasta la actualidad. Pero los tiempos cambian. Las inversiones inmobiliarias han caído en picado desde el inicio de la crisis y Bercero ha tenido que reestructurar su vida. Ha cambiado sus paseos en coche por el transporte público, su mansión de 1700 metros cuadrados por la casa de uno de sus hijos y sus viajes a París por los photocalls y los programas de televisión. Su colección ha sufrido también notables pérdidas. Trató de subastar 49 vestidos, después de exponerlos y ocupar páginas en todas las revistas de moda, pero solo consiguió vender unos pocos. Al final, tuvo que ceder parte al Museo del Traje y poner en alquiler el resto, aunque ya no se los pagan tan bien como antes.
Se resiste a admitir que está arruinada. “Es un pecado decir que lo esté, teniendo vestidos como los que yo tengo”, ha declarado. “Hay gente que sí que lo está pasando mal. Yo tengo una de las mejores colecciones del mundo”. Aun así, en los últimos tiempos hemos visto a Eloísa participando en realities de televisión, frecuentando tertulias y agudizando la polémica hablando de Letizia Ortiz. ¿Es este el destino de la mayoría de los coleccionistas de alta costura? ¿Se trata de un negocio que no tiene futuro? ¿O simplemente en España no tenemos ni idea de lo que es la alta costura?