Lo de hacer camisas a medida es una ciencia exacta. Y como tal, tiene que ver con los números: 8 los puntos por cada centímetro de costura; 1 la aguja que se utiliza; 4 los agujeros en cada botón; 140/2, 120/3 y 120/2 la densidad del tejido utilizado. Luego están los números que indican las medidas que el sastre toma al cliente. Y todos juntos generan una ecuación que da vida a una prenda impecable. En dos metros de tejido, que ha de ser de primera calidad, porque tiene que estar en contacto directo con la piel, se produce la magia. Un espacio limitado al que se aplican unas reglas universales, con alguna que otra variación ligada al patrimonio de los países en los que la camisería es tradición: sisas altas y mangas estrechas en Italia, por ejemplo; menos ajustada en Inglaterra.
1. Canesú doble, partido con una costura vertical en el centro de la espalda.
2. Las alas del cuello deben ser simétricas con los dos lados del cuello.
3. Ojalera vista u oculta, con puntadas cuanto más pequeñas, mejor.
4. La manga debe ser lo suficientemente amplia y, al llegar al puño, doblarse en pliegues, no fruncirse.
5. Los ojales se deben hacer a mano o con una máquina especializada.
6. Con botón en la apertura de las mangas.
7. Botones de madreperla cosidos en cruz.
8. Puños franceses para usar con gemelos, o simples con botón.
9. Los extremos deben ser suficientemente largos como para caber entre las piernas.
10. Puntadas de una sola aguja, que son más resistentes y cuidadas que las dobles. La media es de ocho puntadas por centímetro.
Claves para una camisa perfecta
José María Galiacho
Pero, ¿como es, hoy en día, la camisa perfecta? Cinco estrellas de la sastrería a medida han contestado a esta pregunta. Se trata de Jack Sepetjian, de Anto Shirts, en Beverly Hills, heredero del negocio y del arte del padre Anto, camisero desde 1955. Darren Tiernan, artista de formación, enamorado de la camisería desde muy joven, y ahora cortador senior en Budd, en Londres. Justin Chang, hijo de Tony, portavoz de Ascot Chang, camisería de Hong Kong que viste a hombres de negocios de todo el mundo. Paolo Maffeis, en representación de la tradición y de los conocimientos de Emanuele Maffeis, camisería histórica de Bergamo. Y Luca Avitabile, de la sastrería que lleva su mismo nombre, crecido entre las máquinas de coser del taller fundado por su abuela Emilia Calabi, en Nápoles.
1. El cuello tab debe su fama a Eduardo VIII. Está considerado un patrón que funciona especialmente para camisas que se conjuntan con blazers. Al abrochar sus presillas, otorgan volumen a la corbata.
2. Button down o abotonado. Perfecto para el trabajo, pero aún mejor para vestir informal. Lo inventó en 1900 John Brooks, inspirándose en las prendas que lucían los jugadores de polo ingleses, con botones para evitar que aletearan durante el juego. Algunos consideran inapropiado su uso con corbata.
3. Abierto o italiano. Es el favorito del Príncipe Carlos de Inglaterra y de su padre. Hay varios tipos, como el de punta alargada, el más utilizado y versátil de todos. Su largo depende del ancho de las solapas y las corbatas.
El arte de combinar camisas y accesorios
Marieta Yanguas
“Las manos del artesano son el elemento fundamental para crear una buena camisa a medida. La manera de hacerla afecta muchísimo al aspecto general de la prenda”, es la opinión de Jack Sepetjian, que parece más bien un axioma. Entre el cliente y el camisero se crea una relación de discreta intimidad, “una mezcla de amistad y confianza. Paso más tiempo charlando con mis clientes de sus vidas y sus familias que de las camisas o estudiando las últimas tendencias”, continúa Darren Tiernan.
Primera regla: confianza entre caballeros. ¿Y luego? Luego viene el cuello, el elemento más importante de la prenda. “A veces un pequeño truco añade un toque de estilo. A mí me gusta mucho experimentar –continúa Chang–. El cuello alargado y cerrado por un botón debajo de la corbata es mi última invención”. Avitabile añade: “Con o sin corbata, el cuello tiene que mantenerse recto por sí mismo”, nada de trucos. Por esta razón es fundamental la elección del forro, que debe ser de algodón de primera calidad, ligero para un modelo informal y gordo para un modelo elegante. Hace que el cuello no se desgaste y marca la diferencia en el look.
Las sisas, por otro lado, no tienen que ser nunca demasiado ajustadas. La manga, además, tiene que ser lo suficientemente larga como para sobresalir un centímetro de la chaqueta con el brazo doblado. Y, por último, viene el corte. Lo suyo es lograr una caída que se adapte al cuerpo de forma natural. “El arte del verdadero maestro consiste en medir todo lo que se puede medir y hacer medible todo lo que no lo es”.
Solo siendo fieles a este aforismo de Galileo, se puede mantener un control total sobre la prenda, y, por lo tanto, darse cuenta de los pequeños defectos y resaltar las virtudes. Pero, así como hay reglas, hay excepciones, y a veces merece la pena saltarse las normas para satisfacer al cliente. “Cuando era aprendiz, solía venir un marchante de diamantes que pedía camisas con bolsillos ocultos en caso de atraco”, cuenta Darren Tiernan.
“Discreción y sobriedad en el tejido y en la línea, detalles pequeños y cuidados, así es como se marca la diferencia”. Maffeis lo tiene claro: no existen alternativas a la austeridad. Cada uno elegirá según su gusto, pero el resultado será siempre óptimo, porque una prenda a medida se reconoce con una mirada.