Aliados del tiempo, sobreviven a su paso como privilegiados testigos de la historia. Deleitarse con el movimiento de las agujas del Big Ben lleva desde 1859 siendo una de las atracciones más atractivas de Londres, al igual que ocurre en Venecia y su Torre del Orologgio, con seis siglos de historia. Las ciudades apuestan por hacer de las estaciones de trenes un lugar más allá del simple transporte, donde se pueden encontrar reliquias como el reloj de la Estación Central de Nueva York. También, ayuntamientos y palacios se suman desde hace siglos a hacer de los relojes su principal monumento histórico.
Big Ben, Londres |Puntualidad británica
Que un reloj sea la imagen más icónica de Londres dice mucho de esta metrópoli. Pero el Big Ben (arriba en la imagen), nombre que designa a la Torre Elizabeth y al reloj, pero que en realidad procede de la campana de 14 toneladas de su interior, no siempre estuvo allí. En 1834 un fuego arrasó parte del Parlamento, y la reconstrucción incluyó la famosa torre. El 31 de mayo de 1959 comenzó a funcionar el reloj, diseñado por Edward John Dent. Cada una de sus cuatro esferas mide 7,5 metros de diámetro.
Torre dell’Orologgio, Venecia | Navegantes con rumbo
Al norte de la Plaza San Marcos, la Torre dell’Orologgio de Venecia fue levantada entre 1496 y 1505. Su mayor reclamo es el reloj astronómico esmaltado de azul y dorado, una joya de la ingeniería con varias escenas concéntricas. La exterior marca la hora con números romanos del 1 al 24; la segunda representa el zodíaco, y las más internas indican las fases de la luna el sol. El reloj ha sufrido varios procesos de restauración, en uno de ellos participó la firma Piaget.
Zytglobbe, Berna | La genialidad del tiempo
Dice la tradición que el científico Albert Einstein, residente en la ciudad suiza de Berna, entre 1902 y 1909, se inspiró en el reloj astronómico de la torre medieval de la céntrica Bahnhofplatz para formular su célebre teoría de la relatividad. Sea como fuere, es difícil no quedar hipnotizado delante de este magnífica obra de arte del siglo XV –aunque la torre es del XIII- con forma de astrolabio, que consta de varios círculos superpuestos que señalan, además de la hora, la posición del sol, la fase lunar en las que nos encontramos o el signo del zodíaco correspondiente a la fecha en la que estemos. El reloj astronómico de Berna no está diseñado para contemplar los años bisiestos, por lo que es necesario ajustarlo a mano cada 29 de febrero.
Ayuntamiento de Praga | Seis siglos de admiración
Cuatro estatuillas que representan la vanidad, la avaricia, la muerte y la lujuria flanquean al reloj medieval más famoso del mundo, construido por Nicolás de Kedán en 1410. La obra, reparada y modificada en varias ocasiones, se compone de dos mostradores en la pared sur del Ayuntamiento. El reloj astronómico es el superior, con dos esferas. Observan la posición del sol, la luna y los signos del zodíaco, y muestran cuatro tipos de horas: babilónica, checa antigua, alemana y astral. El conjunto se contempla con el Paseo de los Apóstoles, cuyas figuritas desfilan cada vez que el reloj da las horas.
Torre Zimmer, Lier | Orgullo belga
El relojero y astrónomo belga Louis Zimmer (1888-1970) construyó tres relojes magistrales para Lier, su ciudad natal. De ellos, el más famoso es el llamado Reloj del Jubileo, presentado en 1930 con motivo del centenario de la independencia de Bélgica e instalado en la Torre Cornelius, un resto de las fortificaciones medievales que pasó a llamarse Torre Zimmer. El reloj se compone de 11 esferas y dos globos –fases lunares y hemisferio iluminado por el sol- en un gran círculo de ladrillo. En el centro, la mayor da la hora. A su alrededor, el ciclo metónico, la ecuación del tiempo, el ciclo solar, la letra dominical, la edad de la luna o las mareas, entre otras mediciones.
Palacio Zwinger, Dresde | Percusión celestial
Situado en el magnífico palacio barroco de Zwinger, construido entre 1710 y 1728 como residencia real y hoy sede de varios museos, el Uhr mit Glockenspiel (reloj con carrillón) se ha convertido en uno de los grandes reclamos del mismo, pese a que no se instaló en este lugar hasta 1933. Su principal atractivo es un carrillón formado por 40 campanas de porcelana de Maissen –inicialmente eran 24- que emite diferentes melodías cada mediodía. El reloj no se salvó de la devastación de los bombardeos que sufrió la ciudad de Dresde en 1945, y estuvo siendo restaurado durante casi dos décadas, hasta 1964.
Estación Central, Nueva York | La hora de Manhattan
Pese a que tiene un digno competidor muy cerca –el del cuatro caras que domina el imponente hall-, el reloj de la fechada a la calle 42 de la Grand Central Terminal de Nueva York es uno de los grandes emblemas de la Gran Manzana. Se trata de un regalo de la prestigiosa joyería Tiffany’s a la ciudad cuando se inauguró este edificio, en 1913, y es el más grande que se haya construido con cristales de esta marca, con 4 metros de diámetro. Rodeado por las estatuas de dioses clásicos (Mercurio, Minerva y Hércules) es el único de toda la estación que da la hora correcta. Todos los demás están adelantados un minuto para evitar que los pasajeros lleguen tarde a sus trenes.
Torre Berenguela, Santiago de Compostela | Al final del camino
Admirada por los compostelanos y faro de peregrinos, la Torre Berenguela fue ordenada construir en el siglo XIV por el arzobispo Diego de Padrón para defender la Catedral. Con una altura de 75 metros, puede verse desde prácticamente toda la ciudad, razón por la que se instaló en ella, en 1831, por encargo del arzobispo Rafael Vélez, el reloj de cuatro esferas que lucen en cada cara de la torre. Entre sus particularidades, destaca que cada esfera tiene solamente la aguja que marca las horas y las dos campanas que completan el mecanismo. De ellas, la más grande –la que marca las horas- se conoce también popularmente como la Berenguela, y pesa alrededor de 6,5 toneladas.
Torre Rajabai, Mumbai | Un Big Ben en la India
La torre más famosa de la megalópolis india no tiene tanto que envidiar en belleza a la que se encuentra en la orilla del Támesis. Aunque construida en el último cuatro del siglo XIX por el arquitecto Sir Gilbert Scott, la torre Rajabai, en la universidad de Mumbai, con 85 metros de altura, luce un vistoso estilo entre gótico y veneciano. En ella no podía faltar un elegante reloj cuyo carrillón, en sus primeros días, solía tocar hasta 16 melodías diferentes, muchas detalles laudatorias de la corona británica dominadora, como Rule Britannia, God Save the King o Home! Sweet Home! Actualmente solo suena la misma canción en los cuartos.
Catedral de Wells | Dos prodigios en uno
Hablar del célebre reloj medieval de la Catedral de Wells, por lo general, es referirse al reloj astronómico que en encuentra en el interior del templo, considerado como el segundo mecanismo de estas características más antiguo de Inglaterra (1390). Sin embargo, pocos saben que el reloj exterior, construido solo 70 años después, está impulsado con números y manecillas doradas, dos caballeros y sus correspondientes armaduras entran en acción cuando tocan los cuartos. Un lema les une: Ne quid pereat (No dejes que se pierda nada).
Ópera Semper, Dresde | El primer reloj digital
¿Un reloj digital en 1842? Ferdinand Adolph Lange, fundador de la firma sajona de alta relojería Lange & Söhne, diseñó junto con el maestro Christian Friedrich Gutkaes una insólita pieza destinada a lucir sobre el escenario de la ópera Semper. El llamado Reloj de los Cinco Minutos fue construido a petición del rey Federico Augusto II de Sajonia para que todo el mundo pudiese mirar la hora sin molestar a los demás espectadores durante las representaciones. Los relojeros crearon una estructura sin precedentes que incluía dos contadores rotatorios que mostraban la hora (en números romanos) y los minutos, estos últimos expresados en intervalos de cinco minutos. El reloj fue todo un éxito y dio alas a Ferdinand A. Lange para fundar, pocos años después, su propia relojera.