Desvistiendo a Hillary Clinton

Desvistiendo a Hillary Clinton

Desvistiendo a Hillary Clinton

Hillary para América

Hillary Rodham Clinton ha vuelto para reclamar su sitio después de que en 2008 el puesto de candidato demócrata se lo llevase Barack Obama. En esta nueva etapa y tras la experiencia como secretaria de estado ahora busca su sillón en el despacho oval. El look que ha elegido para contar que vuelve a la batalla es muy efectivo: pocas joyas y discretas, colorblock con abrigo de cuello mao azul marino y camisa de cuello redondo en naranja butano.  

Esa es la Hillary de hoy, del 2015, pero en su pasado encontraremos grandes momentos relacionados con la moda, errores garrafales y buenas relaciones con diseñadores. Esta abogada que ya se encontraba entre las más influyentes del país antes de ser conocida como la mujer del gobernador de Arkansas en 1979 y entonces modeló su estilismo para involucrarse en la política. Su cabello es una de sus armas principales, ha jugado con su largo al principio, a partir de los noventa con su flequillo ahuecado y sus inseparables diademas. Pocas fueron las ocasiones en las que dejó salir un leve aire estiloso, normalmente se la jugaba con mezclando estampados, con prendas demasiado chillonas y determinadas tendencias de la época que no supo adaptar a la indumentaria que se espera de la mujer del candidato a la Presidencia del Gobierno.

La primera dama en Vogue

Todo ello compensó con sus mejores momentos fashion que coinciden con los bailes inaugurales que vivió como primera dama. El primero en 1993, con un diseño en morado de pedrería de Sarah Phillips que cautivó teniendo en cuenta que no había demostrado antes un especial interés por el vestuario. En 1997 repitió estilo, esta vez con cortes más sencillos, de la mano de un perfecto Oscar de la Renta en color nude y dorado.  El reconocido diseñador no siempre ha dado a Hillary los sobresalientes esperados, a veces el estilo de ambos chocaba de frente. Verla vestida con volantes, tornasolados de animal print o el traje de princesa Disney que llevó a la boda de su hija no enviaban un mensaje coherente sobre su personalidad. Pese a todo en 1998 se convirtió en la primera primera dama que protagonizaba una portada de Vogue y esta vez sí que acertó vestida por De la Renta demostrando que los que le van son los diseños más suaves del dominicano. 

En su labor diaria, el traje de chaqueta y falda, siempre con tacones discretos, se convirtió en su uniforme. Cuando en el año 2000 decidió convertirse en senadora de Nueva York y alejarse del brazo de su marido para ocupar el centro del atril de pleno derecho, Hillary cambió su imagen. El pelo más corto que nunca despejándole el rostro y un vestuario más sofisticado y pensado para su cuerpo. Volvió al traje de chaqueta o levita y pantalón –de Nina McLemore y Susanna Chung Forest- pero sin miedo al color. En su paleta cromática (como ocurre con las chaquetas de Merkel) caben todos los tonos del arcoíris, pero se decanta en muchas ocasiones por los colores fríos y el negro que sabe que le sientan bien a su piel y ojos. También las joyas, sobre todo collares, pendientes (las perlas siempre estuvieron presente en su vida) y algunos broches –coincidiendo con algunas políticas españolas-, construyeron sus looks de Senadora.

Sin cambios en su etapa como Secretaria de Estado

Durante su etapa como Secretaria de Estado en el Gobierno de Barack Obama no ha habido grandes cambios en su armario, pero sí nuevas inclusiones como las gafas de pasta negra, largos de melena que fluctuaban y los días sin maquillaje que no fueron bien recibidos. “Me siento muy aliviada de estar en esta etapa de mi vida ahora mismo”, dijo tras la controversia por su imagen. “Si quiero llevar mis gafas, llevo mis gafas. Si quiero peinarme el pelo hacia atrás, me lo pongo hacia atrás. Sabes que hasta cierto punto es tan sólo algo que no merece mucho tiempo y atención”.

Pese a su cuestionable estilo y falta de preocupación por determinadas reglas -no escritas- en muchas ocasiones, Marc Jacobs quiso apoyarla y en 2004 diseñó una camiseta para conseguir fondos para la campaña de reelección al Senado de Hillary, gesto que repitió -por el éxito cosechado entonces- en 2008 cuando se postuló como candidata presidencial para el partido demócrata. ¿Volverá a reeditarla ahora? 

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