Pero no solo por eso tiene su atractivo la obra: la banda sonora (“Todavía” versión jazz) la pone en directo Soleá Morente y el escenario no es otro que el Palacio Duarte Pinto Coelho, el antiguo palacio del Marqués de Villafranca (Siglo XVII) en el Madrid de los Austrias.
Un concierto, una obra de teatro, un desfile y un espacio histórico. “Es una ecuación muy potente”, nos dice Juan Duyos cuando le preguntamos por el proyecto que él ha vestido. Este montaje, lleno de misterio y glamour de los años veinte, es el tercer proyecto de Tanqueray Stage tras Confesiones de un bartender dirigida por Nancho Novo y Hanky Panky de Daniel Sánchez Arévalo.
Más inspiración que disfraz
Duyos nos explica que se reunió con Secun de la Rosa para que le contase cómo veía cada personaje y él le propuso vestirlos con “más inspiración que disfraz de los años veinte, que tuvieran un aire muy de ahora”. Entre los tres looks que ha diseñado para Clara Bow está un traje de chaqueta para Juan Diego Botto. “Ray es un periodista guapetón, conquistador e intelectual. En aquella época no salían mucho de los trajes de chaqueta y lo hemos hecho en lana de color crudo con complementos en beige dorado”, analiza.
Después pasa al vestidazo de Carolina Bang que interpreta a una diva. “Lleva un vestido de lentejuelas y pedrería cosido a mano, muy de costura, en un color verde que recuerda a Tanqueray, de ese modo todo tiene sentido”. Y por último, para Natalia de Molina, que interpreta a Dorothy Parker ha hecho varias prendas. Desde un jersey de lana tejido a mano hasta un “lookazo” que lleva debajo para su transformación desde escritora tímida a una explosión de mujer. “Queríamos que los personajes en nuestro año se sintieran bien. Un tufillo de la época sí, pero son vestidos que podrían estar en una alfombra roja hoy”, reconoce el diseñador.
Los diseños se inspiran en los años veinte, pero tienen un aire muy actual.
Este montaje lleva como título el nombre de la primera it girl de la historia, término que surge de la película It que protagonizó Clara Bow en 1927. Desde entonces, las it girls han cambiado notablemente y preguntamos por la realidad de este título o profesión que se ha multiplicado en los últimos años. “Creo que más que una forma de vestir es cuestión de personalidad. Para mí, las it girls del momento no son las que más fotografían para las revistas de moda, creo que hay mujeres con una personalidad arrolladora que también en la forma de vestir son únicas, no siento que sean las blogueras ni las que se llaman it girls a sí mismas. Esto va más allá, un sentido más artístico y una historia que pasa poco”, comenta Duyos.
La moda: un estilo de vida
Los años veinte son una fuente inagotable de inspiración, tanto en moda como en otras disciplinas artísticas. Preguntamos a Duyos el porqué, ¿Por qué tienen unas tendencias inmortales? “Creo que los veinte y los setenta fueron el gran boom de la historia del siglo pasado. En los veinte se llegó a una especie de liberación absoluta que volvió a pasar en los setenta y no ha vuelto a pasar por mucho que digamos que los cincuenta son muy bonitos, los sesenta muy pop o los ochenta muy locos. Creo que los veinte y los setenta marcaron un antes y un después”. Y en su trabajo se refleja, sin duda, esa admiración. Reconoce que es un diseñador de moda al que le gusta tener un ojo en el pasado y otro en el futuro. “Me encanta mirar esos momentos de costura increíble que cambiaron las cosas, pero trayéndolas a nuestro momento”, responde.
Duyos: “No siento que las it girls sean hoy las blogueras ni las que se llaman it girls a sí mismas”.
No es la primera vez que Duyos viste una obra de teatro, ya ha trabajado antes para un espectáculo de Rafael Amargo y hasta llevó en septiembre de 2014 el Ballet Nacional a la pasarela Cibeles con su colección Siete Islas. “La moda no acaba en una falda o un pantalón, es un estilo de vida. Todo lo que hacemos, desde teatro, ballet, la decoración de una casa, hasta la taza con la que desayunas. Nosotros lo diseñamos todo, todo es moda, somos contaminantes en el buen sentido”, explica. Considera que hay mucha diferencia entre el trabajo del figurinista y el del diseñador de moda. Las claves: las actrices, el movimiento, los personajes… “Las actrices son mujeres complicadas que me ponen bastante, por su carácter y casi todas lo tienen. No es lo mismo vestir a una modelo, que puede o no tenerlo pero que ahí no importa, que a las actrices que dicen mucho más en el movimiento en el escenario con su personaje”.