Los patinazos de algunos políticos españoles como Oriol Junqueras, Raúl Romeva, Alberto Garzón y Albert Rivera (sí, hasta él lo ha hecho) a la hora de dejar abierta su camisa nos hace preguntarnos dónde está el límite que separa un look fresco, confiado y juvenil de uno más propio de Los Chunguitos o un tronista de Mujeres y Hombres y Viceversa. Me incomodan por igual el pecholobo de Romeva -y tener que pensar en si tiene hecha la depilación láser o si opta por la cera o la maquinilla- como aquel mítico e inolvidable escotazo de Angela Merkel en la inauguración de la nueva Ópera de Oslo en 2008. ¿Alguien lo ha superado? Ni ella misma.
En un tema de moda masculina como este contamos con la opinión de uno de los periodistas de moda más reconocidos de nuestro país, Rafael Muñoz, editor de moda de RTVE.es al que puedes leer también en su blog La vida al bies. Él, que además de controlar, es un hombre con un estilo impecable que mezcla la modernidad con la clase, nos va a despejar las dudas sobre ese momento el que el homo politicus se quita la corbata. ¿Y ahora qué?
“Para muchos esta pieza tan controvertida del armario masculino tiene una connotación de rigidez, de imposición, de jerarquía y por ello los políticos de ideologías liberales suelen quitársela; es una forma más de acercarse a un electorado de izquierda, progresista y obrero. Cuando un hombre se quita la corbata deja la camisa desnuda y es imprescindible desabrocharse algunos botones para evitar que te comparen con Marianico el corto”, explica.
Y entonces, le pregunto, ¿cuántos botones deben abrirse o cerrarse? En un lado del ring tenemos a los amish-hipsters y en el otro, a Paquirrín. El experto habla: “Solo la gente muy joven y de look moderno podría llevar una camisa abrochada hasta el último botón sin caer en desgracia. Y aun así es una tendencia que está desapareciendo. Pero hay que tener cuidado. Una camisa demasiado desabrochada, con tres botones sueltos, es un atentado contra la elegancia, tanto como una camiseta con amplio escote en pico”.
Parece que existe una regla, dejar libres dos ojales pero depende del patrón de la camisa. En el tercero comienza el riesgo, pero asegura Rafael que hay algunos momentos en los que un político podría desabrocharse ese tercer botón y ninguno parece ser en una rueda de prensa, mitin o evento público. “En un yate, paseando por la playa, en una noche de verano junto al mar… rollo Phillippe Junot. Pero, ¡ojo!, no hay que parecerse a Jesús Gil”.
Para los que quieran una norma de elegancia clara, Rafael nos recuerda que hay que tener en cuenta el lugar en el que se esté y si se trata de un evento de mañana o de afterwork. “En el primero se exigirá la corbata o una camisa ligeramente desabrochada. En el segundo se puede ‘enseñar’ un poco más. Aunque, insisto, desabrochar más de dos botones es como jugar a la ruleta rusa de la educación, el decoro y la elegancia”.
Y si el segundo botón, por el patrón de tu camisa, hace que se descubra demasiado pecho, la solución es sencilla. Ese pequeño truco casero que hacen las mujeres cuando el escote o la raja de la falda es más profundo de la cuenta, usar con maña un pequeño imperdible.