El Museo Guggenheim de Nueva York, la historia del gran templo del arte moderno
La construcción de un museo redondo, que cambiaba escaleras por rampas, con paredes inclinadas para exponer los cuadros, no solo era un reto arquitectónico entonces, en los años 50, sino fuente de múltiples y encendidas controversias que implicaron a artistas, administraciones, diseñadores y, en general, a toda la ciudadanía neoyorquina. Inaugurado el 21 de octubre de 1959, el edificio diseñado por Frank Lloyd Wright frente al Central Park para albergar el Museo Solomon R. Guggenheim –que hasta entonces y desde su creación en 1937 se encontraba en el Upper East Side– ha inspirado a generaciones de visitantes como un templo del espíritu donde el arte y la arquitectura radical convergen. Una escuela de arte y un escaparate de la creatividad vanguardista del mundo en un edificio universal declarado recientemente Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.La Fundación Solomon R. Guggenheim nació con la misión de promover la comprensión y la apreciación del arte moderno y contemporáneo a través de exposiciones, programas educativos, iniciativas de investigación y publicaciones. El de Nueva York fue su primer museo, pero la constelación internacional de museos Guggenheim incluye, además, la Colección Peggy Guggenheim en Venecia, en un edificio histórico de la ciudad italiana; el Museo Guggenheim de Bilbao, bandera, con la firma de Frank Gehry, de un ambicioso plan urbanístico que acabó transformando la silueta, e incluso la vida, de la capital vasca; y el futuro Guggenheim Abu Dhabi, un megalómano proyecto, también de Gehry, que prevé abrir sus puertas a lo largo de 2022.
El museo de Nueva York es una lección de cómo pueden interactuar la arquitectura y el arte. Sesenta años después, la propuesta se mantiene vigente. Para celebrar su aniversario, la institución impulsó la creación de un podcast que cuenta con la presentación de Roman Mars, prestigioso locutor y creador del programa 99% Invisible, enfocado al diseño y la arquitectura. Ese podcast, alojado en la web del museo, permite ahora, una visita diferente que el propio Mars define con estas palabras: “Es como pasear por el edificio con un amigo extremadamente entusiasta y culto, en lugar de con un formal profesor de arquitectura. Se me ha dado la libertad de dar por sentada la grandeza del museo y explorar las peculiaridades, modificaciones y restricciones que lo convierten en una obra maestra dinámica, rica y en constante evolución”.El fundador del museo, el señor Guggenheim, falleció diez años antes de su apertura, mientras Frank Lloyd Wright, por entonces ya uno de los arquitectos más famosos del mundo, realizaba hasta 700 bocetos de la obra, el único museo que diseñaría a lo largo de su carrera, mientras imaginaba nuevas ideas y desechaba otras, como que la fachada fuera roja, lo que nunca se concretó. La disposición de las obras de arte en las paredes en curva fue otro gran reto.
La localización definitiva tampoco estuvo libre de debate, y la decisión final obligó a Wright a diseñar un edificio predominantemente vertical, y no en horizontal, como había preferido en otros proyectos. El diseño en espiral asemeja la concha del Nautilus, con espacios continuos que fluyen. El maestro criticaba las rígidas formas de la geometría de la arquitectura moderna, convencido de que la geometría sugiere ciertas ideas humanas, como estados de ánimo y sentimientos: el círculo, el infinito; el triángulo, la unidad estructural; el cuadrado, la integridad.
El arquitecto falleció seis meses antes de ver su obra inaugurada, pero ya prácticamente acabada. El edificio fue ampliado en 1992, con un torre rectangular adyacente, y restaurado en 2006. En su interior alberga una colección permanente con obras de Van Gogh, Manet, Gauguin, Calder, Manet, Mondrian, Chagall y Picasso, entre otros muchos artistas, al tiempo que programa continuas exposiciones temporales que afianzan su espíritu agitador, capaz de estimular el mundo del arte con talleres, espacios de estudio y numerosas actividades. Fiel a su proyecto fundacional, pese a haber entrado en la sesentena, el Guggenheim sigue siendo muy joven.