Cuando Alessandro Michele llegó a la dirección creativa de Gucci en 2015, la industria de la moda se sumergió en un profundo cambio de cánones; los estéticos, por un lado, que comprendían una mayor inclusión de la androginia y la representación del género no binario sobre las pasarelas, así como los culturales, a través de la integración de todo tipo de cuerpos, edades e identidades dentro del universo del lujo. Desde entonces, el italiano se ha convertido en uno de los diseñadores que más ha transformado la cultura de la moda del siglo XXI, gracias a la creación de colecciones que acercan distancias entre lo masculino y lo femenino, la integración de distintas disciplinas artísticas como la música y el cine y las constantes referencias historicistas. Su última creación rinde homenaje a uno de los maestros más brillantes del séptimo arte, Stanley Kubrick; se trata de la campaña Exquisite, una selección de imágenes que recrean algunas de las obras más reconocibles del director –2001: una odisea en el espacio (1968), La naranja mecánica (1971), Barry London (1975), El resplandor (1980) y Ojos bien cerrados (1999)-.
En colaboración con Adidas, en esta colección Michele crea un lenguaje simbólico junto a imágenes presentes en el imaginario colectivo. «A fin de cuentas, es otro de los motivos por los que he escogido a Kubrick; manipular sus imágenes dentro de una narrativa completamente nueva es como hackear La Gioconda, con el añadido de la inspiración y expectación que la industria cinematográfica es capaz de generar. Su carga experimental hace posible que Kubrick sea un director imposible de clasificar: distopía, parodia, drama, comedia humana o terror construyen el repertorio de este creador capaz de construir historias dentro de cualquier género».
La campaña ha sido dirigida por los fotógrafos Mert Alas y Marcus Piggott y el vestuario por la emblemática vestuarista Milena Canonero. Así, diferentes escenas de la filmografía de Kubrick cobran vida a través de atrezzos estudiados en profundidad, donde predomina la geometría y el papel tapiz, y unos looks que reinterpretan la estética meticulosa y perfeccionista del director anglosajón. Por ejemplo, el vestido Adidas, alejado de su naturaleza deportiva, se convierte en un traje victoriano en una de las escenas de Barry London, o el vestido rojo, de cuello en pico -también de Adidas- que Madonna lució en Nueva York en 1993, se integra en las imágenes de El resplandor. Además, un vestido verde musgo confeccionado con volantes de tul se sitúa dentro de la nave Discovery One en 2001: una odisea del espacio.
El contraste entre el discurso creativo de Michele y las imágenes populares de Kubrick se percibe la introducción de diversos planos históricos, el cruce de presente y pasado y la voluntad de disipar las barreras del género a través de la creatividad y la retroalimentación entre diferentes disciplinas artísticas.