Lentamente, pero con firmeza… la artesana grabadora va apartando el metal de la superficie hasta conseguir que vaya apareciendo en relieve un motivo floral que adorna la superficie con delicadas volutas. Son los primeros pasos del grabado fleurisanne, un auténtico arte al alcance de muy pocos y que Chopard rescató para dar vida a alguna de sus creaciones más sublimes. El origen de esta recuperación de un arte que parecía perdido está en un reloj de bolsillo que se conserva en el L.U.CEUM, el museo de Chopard que forma parte de la manufactura de Fleurier. Este reloj posee un movimiento decorado con delicadas volutas según la tradición de Fleurier y, al ver esta pieza, fue cuando tomó la decisión de revivir este particular arte en el oficio del grabado.
La maestra del grabado fleurisanne –de nombre Nathalie y que lleva en Chopard desde 2004– sigue aplicada sobre el movimiento; ha empezado a motear el fondo punto a punto para crear un aspecto graneado. Después, llegará el rodiado para ofrecer un contraste con el motivo dorado y lograr un efecto bicolor. Cada movimiento lleva alrededor de semana y media de trabajo, pero hay que tener en cuenta que en ediciones limitadas complejas, la decoración total del reloj puede necesitar de más de un mes de trabajo.
Tras su banco de trabajo, la decoradora, pintora aficionada, ha transformado aquellos sueños de expresar la belleza a través del dibujo en un ejercicio igual de bello en el que solo ha cambiado el pincel por un buril y otras herramientas que permiten dar vida a piezas formidables. Como explica Karl-Friedrich Scheufele: “Tuvimos la suerte recíproca de que una persona de nuestro equipo quisiera aprender este oficio y quisimos darle la oportunidad de aprender, practicar y finalmente producir estas piezas, que siempre son muy apreciadas, perpetuando así esta tradición de Fleurier”.
Tras formarse en una casa de acuñación de moneda, Nathalie ha logrado dominar este arte del ornamento. Una hermosa manera de convertir su pasión en un oficio. “No sé si soy el vínculo entre el pasado y el futuro, pero intento ser una transmisora de emociones”, dice. Solo algunos relojes muy especiales pasarán por sus manos, pero cuando salgan estarán ennoblecidos.
Cada pieza producida por los talleres de decoración de Chopard es única: es imposible reproducir dos veces el mismo diseño. El grabado fleurisanne tuvo su momento de gloria durante el siglo XIX. En los talleres relojeros de Fleurier, los movimientos de los relojes se decoraban con volutas y flores. “Siempre me han fascinado estos movimientos decorados y los grabados fleurisannes”, explica el copresidente de Chopard. “Uno de los proyectos que siempre tuve en mente para L.U.C era decorar el movimiento de algunas piezas únicas, o de las que se fabrican en muy pocos ejemplares, y así hacer revivir esta técnica dentro de la manufactura”.