Las bicicletas reclinables o recumbent, son bicicletas en las que la posición del ciclista es radicalmente diferente. El ciclista va con los pies adelantados a la rueda, sentado en un sillón donde apoya toda la espalda, de manera muy similar a las bicicletas estáticas de gimnasio.
Además de mejor aerodinámica, la postura reclinada nos proporcionará una serie de comodidades que el mejor sillín nunca nos dará. Evita muchas de las lesiones habituales en ciclistas: adiós dolores de espalda, de cuello, y como no, de culo. Podremos pasar horas y horas pedaleando sin que se nos duerman las piernas o los pies. Al ir el peso del cuerpo repartido entre un amplio asiento y la espalda, tampoco nos van a doler muñecas, hombros o codos -cosa habitual en largas rutas en bicicleta-.
Aunque la primera sensación al montar una reclinable es de cierta inseguridad, esta desaparece a los pocos minutos. En casi todas, el manillar va por debajo del cuadro y aunque vayamos agarrados tendremos la misma sensación a si fuéramos ‘sin manos’. El comienzo de la marcha es distinto, aunque le pillaremos el truco enseguida… igual, igual a cuando aprendimos a quitarnos los ruedines.
La sensación del pedaleo es muy diferente: al llevar apoyada la espalda, toda la fuerza ejercida se aprovecha el pedaleo. Claro que no aprovecharemos nuestro peso para apretar en los puertos, si bien, ir de pié en la bicicleta, cansa mucho antes.
Más grandes y difíciles de controlar
Algunas de las desventajas de estas bicicletas son que el tamaño de la bicicleta es bastante mayor, ya que a la distancia entre ejes, hay que añadir la longitud de nuestras piernas. Esto complica no sólo su almacenamiento sino también su transporte en coche. Aunque hay algunas plegables, los resultados no son tan logrados como en las convencionales.
Son bicicletas más ‘nerviosas’ en la conducción y al girar desde tan atrás tenemos que tener en cuenta el exceso de longitud en los giros más cerrados. El control de la bicicleta, como por ejemplo, a la hora de subir un bordillo, es más complicado, aunque sí ganan en estabilidad a las convencionales al tener un centro de gravedad más bajo.
También las hay con manillar convencional, asemejándose aún más a una bicicleta chopper, en la que la sensación será más similar a una bicicleta tradicional, sobre todo si ponemos el sillín muy vertical, como en los modelos denominados high racer. Para los más caguetillas las hay hasta con ruedines de serie.
También hay de montaña y motorizadas
Aunque sus ventajas son más aprovechables en el cicloturista, también las hay de montaña, siendo lo normal que todas ellas monten una suspensión trasera para una mayor comodidad del usuario y en muchas también montan horquillas con suspensión de las tradicionales.
En estas bicicletas son muy habituales los cambios integrados en el buje, ya que el peso de la bicicleta no es lo más importante. También pueden motorizarse, al igual que el resto de bicicletas.
Una menor tirada de los cuadros y unos componentes de las gamas altas hacen que el precio mínimo de las recumbent sea de 1.600 euros en 3ike Recumbent. Otro inconveniente, según para quién claro, es que son siempre el centro de atención y, que a excepción de unas poquísimas tiendas físicas, no se pueden probar las bicicletas antes de comprarlas.
Ninguna de las marcas ‘tradicionales’ monta recumbent, así que las marcas Phantom, Challenge, HP Velotechnik u Optima no nos sonarán de nada, aunque veremos que son productos de buena calidad.
En definitiva: hay que probarlas para decidirse y, la decisión eso sí, no nos defraudará.