Juan Diego Botto, sueños cumplidos

Juan Diego Botto, sueños cumplidos

Juan Diego Botto, sueños cumplidos

No hace mucho ruido Juan Diego Botto. Es de esas figuras con las que el espectador se encuentra de cuando en cuando hasta que, un buen día, se da cuenta de que le ha acompañado toda la vida. Y entonces recuerda que ya le vio cuando era un veinteañero (nació hace 47 años en Buenos Aires, Argentina) en Historias del Kronen (1995) y en Martín (Hache) (1997); o que le estremeció su papel de asesino en serie en Plenilunio (2000); o que se enganchó a la serie norteamericana Buena conducta (2016-2017) porque le vio compartir protagonismo con Michelle Dockery, la chica de Downton Abbey. Y cuando le conceden el Premio Nacional de Teatro en 2021, al aficionado no le extraña, porque sabe que hizo un Hamlet y que escribió y protagonizó Un trozo invisible de este mundo, y que con la última, Una noche sin luna, agota entradas allá donde va. Y de repente, cuando vuelve a ocupar los medios de comunicación por su primer largometraje como director, En los márgenes –un drama social sin concesiones, con la precariedad y los desahucios como escenario y con magistrales interpretaciones de Luis Tosar y Penélope Cruz–, su figura se revela en toda su magnitud como uno de los grandes creadores de nuestro país. Que vive, además, una etapa especialmente prolífica: mientras se encuentra inmerso de lleno en una nueva gira de Una noche sin luna, al estreno de En los márgenes, se une el 4 de noviembre No mires a los ojos, dirigida por Félix Viscarret y protagonizada por Paco León.

Abrigo de lana marrón; broche con perla de agua dulce blanca y cristales blancos; polo color crema; pantalones de chándal; calcetines gris oscuro de cashmere, y sneakers B101 Low Top de ante. Todo de DIOR MEN. (Fotografía: Pau Palacios).

Cuando recibió el Premio Nacional de Teatro dijo que Una noche sin luna es la experiencia más gratificante de su carrera. ¿Dirigir su primera película le puede arrebatar ese título?

Sí, desde luego pelea con la obra de teatro en el escalón de las experiencias más gratificantes de mi carrera. Los proyectos personales, que uno tiene ganas de contar, que lleva años intentando levantar, siempre son experiencias mucho más enriquecedoras que aquellos proyectos en los que puedes aportar todo tu conocimiento o toda tu sabiduría pero que al final no dejan de ser encargos. Una noche sin luna es una historia que yo llevaba muchos años queriendo contar, sobre Federico García Lorca y sobre la memoria. Y En los márgenes es un guión al que llevamos casi ocho años dándole vueltas e intentando conseguir el dinero. Además, todas las partes del proceso han sido muy bonitas: contactar con los actores, el ensayo, el rodaje, el montaje.., todo ha sido muy gratificante. O sea, que a lo mejor por una nariz gana uno a otro, pero entran en la meta juntos.

¿Diría usted que está en el mejor momento de su carrera o, al menos, en el más pletórico?

Es un momento muy bonito de mi carrera, porque se han juntado dos cosas que llevaba muchos años queriendo hacer; también esa película de Viscarret; y acabo de terminar de trabajar con Borja Cobeaga, con el que tenía muchas ganas, porque es uno de los grandes guionistas y directores de comedia de nuestro país… Estoy en un momento muy bonito, porque estoy pudiendo escoger y hacer las cosas que me apetece hacer. Y ese es el sueño de cualquier actor.

Chaqueta canvas color topo de doble botonadura y broche de perla de agua dulce blanca y cristales blancos. Todo de DIOR MEN. (Fotografía: Pau Palacios).

¿Qué es para usted el éxito?

Poder vivir de tu profesión, siendo esta una profesión que te gusta, y escoger los proyectos en los que participas. Todo lo demás es trabajo.

¿Esto de dirigir era como esperaba o ha habido momentos en que dijo ‘dónde me he metido’?

La verdad es que fui con los deberes muy muy hechos. El miedo lo tuve antes de empezar, que es cuando hay que tener miedo. A lo largo de mis años como actor he vivido situaciones en las que he visto a directores atragantarse en un set de rodaje, que de repente se dan cuenta de que tienen menos tiempo del que necesita la película, de que no llegan con la planificación que tienen, he visto situaciones que yo tenía miedo de encontrarme en ellas. Con lo cual, tenía muy pensado cómo quería contarla, cómo queríamos rodarla, no tuve ese momento de pánico de ‘ahora no sé cómo salir de esta’.

Hay una película francesa, En un muelle de Normandía, en la que el personaje que interpreta Juliette Binoche, que es escritora, se hace pasar por limpiadora precaria para poder contar desde dentro cómo viven, y eso tiene consecuencias personales. ¿Le suscita alguna duda, alguna contradicción, acercarse a situaciones tan vulnerables desde una posición acomodada?

Sobre todo, temor a ver si eres capaz, desde una situación de privilegio, en el sentido de que yo no tengo un problema de vivienda, tengo una tranquilidad económica, de entender lo que están viviendo los otros. Nosotros íbamos por delante diciendo que estamos pensando en hacer una película y queremos conocer esta realidad y formar parte de esto simplemente para intentar contarlo. Pero no, más bien todo lo contrario. Lo que tenían en general, muchos que se han convertido en amigos a lo largo de los años, eran ganas de que la gente conociera, de que la gente supiera, nos transmitían que hay muchos prejuicios, que la gente piensa que no te da la gana pagar, que podrías, que eres un vago…

Chaqueta chiné Príncipe de Gales; polo color rosa con manga larga, pantalones de chándal grises, y calzado Dior x Birkenstock Tokio Mule. Todo de DIOR MEN. (Fotografía: Pau Palacios).

¿Qué espera de esta película?, ¿qué tiene que pasar con ella para que diga: objetivo cumplido?

Muchas de las cosas que tenían que ocurrir ya han ocurrido y más de lo que me esperaba. Tenemos un reparto muy impresionante, y eso es una suerte para un director debutante. Pero con tu primera película estar seleccionado en Venecia y presentarla en San Sebastián, es mucho más de lo que cualquiera puede esperar. Para mí, la parte más bonita de todo este proceso fueron los años que estuvimos Olga Rodríguez, mi mujer y coguionista, y yo hablando con la gente que está en un proceso de desahucio o en situaciones de extrema vulnerabilidad económica, descubriendo auténticas heroínas y héroes… Que ellos vean reflejada su historia y que la gente la conozca sería eso que planteas del objetivo final.

No es fácil de ver su película, como no lo son algunas de Ken Loach o los hermanos Dardenne, directores a los que usted admira. ¿No entiende el cine, el arte en general, como un mero entretenimiento?

Por supuesto, yo disfruto mucho el cine de entretenimiento. Pero también es verdad que hay cine social que yo disfruto y me entretiene. Creo que tiene que haber todo tipo de cine, y también historias que nos acerquen a los rincones que menos conocemos de nuestra realidad, a historias que se escapan del foco mediático cotidiano. Hay gente que sabe qué paso con todas las gemas de Thanos en las historias de Marvel, pero desconoce que en su ciudad hay gente que vive situaciones de extrema vulnerabilidad.

Polo de punto gris; camisa azul de rayas; pantalones de chándal grises; calcetines gris oscuro de cashmere; calzado Dior x Birkenstock Tokio Mule de ante en negro y mochila ´Explorer´. Todo de DIOR MEN. (Fotografía: Pau Palacios).

Contaba Penélope Cruz (además de protagonista, productora de la película), sobre su amistad desde adolescentes, que ambos tenían en común comerse mucho la cabeza. ¿Lo sigue haciendo?

Sí, sí, sí… Soy un tipo muy intenso, le doy muchas vueltas a todo, me pienso mucho todo antes de hacerlo. De la obra de teatro escribí unas seis, siete u ocho versiones antes de tener la definitiva; del guión, unas 11. Y es verdad que en esto Penélope y yo nos entendemos, desde pequeños. Pero me hace gracia pensar que nos conocimos con 14 o 15 años y que 30 después aquí seguimos colaborando juntos.

Uno de sus primeros trabajos fue con Ridley Scott (1492: La conquista del paraíso). Y luego ha coincidido con John Malkovich (Pasos de baile), Jennifer López (Bordertown), Idris Elba y Margot Robbie (El escuadrón suicida) y Michelle Dockery (Buena conducta). ¿De cuántos de ellos conserva sus móviles?

A ver…. De los que has nombrado, de todos menos de dos, que no diré.

Abrigo con estampado Príncipe de Gales de doble botonadura, de DIOR MEN. (Fotografía: Pau Palacios).

Convénzanos de que debe haber dinero público que ayude a sacar adelante proyectos como este.

Todos los procesos industriales en un país reciben ayuda pública, todos: la agricultura, la pesca, la ganadería, el metal, el automóvil, el periodismo…, absolutamente todos. Y el cine es un proceso industrial que, además, aporta al Estado, en beneficios, impuestos, tasas, mucho más de lo que recibe de él. ¿Por qué hay que apoyar la industria cinematográfica? Por lo mismo que hay que apoyar la industria, la pesca, la ganadería, la agricultura, el periodismo: porque entendemos que es algo que nos hace bien como comunidad. Uno nunca sabe cuándo se va a producir El Quijote de nuestro tiempo, esa obra artística que define el carácter de una nación. Tú vas ahora a Japón, a Chile, a Moscú, dices Pedro Almodóvar y la gente dice España, de la misma manera que si dices La Roja, la selección española, es algo importante para nosotros como país. Pero además, un país que no se cuenta, que no se narra a sí mismo, está expuesto a que te narren otros, y a admirar las historias de otros.

¿Ha desaparecido en tu caso ese miedo eterno de los actores a que no suene el teléfono?

No, ese miedo está y estará siempre. Convives con él de una forma distinta, aprendes a asumir otros riesgos. Aunque hay un factor que cambia con respecto al teléfono, y es ser padre. A partir de ese momento, dices ‘esto hay que cuidarlo, hay que guardar, hay que ahorrar, porque un día puede no sonar’. Ese temor está siempre, pero convives con él de otra forma, tienes muchos años de experiencia que te dicen, ‘a ver, tranqui, que normalmente suena’. Pero siempre está esa amenaza.

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