Las biografías le atribuyen el diseño de más de 2.500 objetos, probablemente muchos de ellos reconocibles, como la silla Woopy o la botella Bobble, incluso para quienes no saben su nombre. Pero necesitó, para ello, según sus propios cálculos, unos 70.000 dibujos. “Es decir, que de cada 30 días solo uno es válido”. Hablamos de Karim Rashid, probablemente uno de los diseñadores industriales e interioristas más prestigiosos en la actualidad, que ha sumado este año a los cientos de galardones que acumula –y no es una exageración– un nuevo reconocimiento: el American Prize de Diseño 2020, considerado el premio más importante de Estados Unidos en el sector y que concede The Chicago Athenaeum Museum of Architecture and Design.
Nacido en Egipto en 1960, Rashid se licenció en Diseño Industrial en Canadá para completar luego sus estudios en Italia, en el Rodolfo Bonetto Studio de Milán. Tras trabajar con algunos de los diseñadores más influyentes, como el propio Bonetto, Ettore Sottsass y, sobre todo, Alessandro Mendini, a quien considera su mentor, estableció su estudio de diseño en Nueva York en 1992, y en 2017 se asoció con el arquitecto Alex Hughes para lanzar una firma de arquitectura y desarrollo.
Rashid se define a sí mismo como “un pervertido del diseño, modelador cultural, poeta del plástico y digipop rockstar”. El diseño, confiesa, es su pasatiempo de toda la vida. “Es algo que puede ser tan emocional, tan vivencial, tan romántico, tan poético y tan humano… y que, además, nos permite no parar de avanzar”. Apasionado del color, de las formas fluidas y orgánicas, ha creado un estilo inconfundible que él mismo ha definido como ‘minimalismo sensual’ o ‘sensualismo’ –y que acompaña, por cierto, con una vestuario en el que el rosa y el blanco son protagonistas casi absolutos–. Junto a una vertiente ‘democrática’, su forma de acercar el diseño al pueblo a través de intervenciones en útiles cotidianos como todo tipo de accesorios de cocina, secadores de pelo, maletas, fundas de móvil, relojes, botellas de agua o llaveros, Karim Rashid también ha desplegado fructíferas colaboraciones con firmas de lujo como Prada, Kenzo, Carolina Herrera o Alessi, así como con otras más populares como Sony o Coca Cola.
Pero su creatividad impregna también el diseño, y el interiorismo, de decenas de proyectos para edificios de todo tipo, desde complejos residenciales, hasta hoteles y resorts o infraestructuras urbanas. Es, al fin y al cabo, su forma de embellecer el mundo. Ahora lanza una colaboración con la firma de luces italiana Martinelli Luce, en una lámpara de mesa en forma de trípode, minimalista y funcional. Un diseño versátil e innovador, en el que la luz sale desde abajo, los colores en los que se presenta son blanco, verde lima, gris ahumado y azul pastel. Elaboradas en aluminio lacado, la nueva creación del diseñador está equipada con controles sensibles al tacto.