Uno de los grandes nombres de la cultura europea de finales del siglo XIX, la figura de Eugenia de Montijo fue más allá de la de emperatriz consorte tras su matrimonio con Napoléon III. Impulsora de costumbres rupturistas en las cortes francesa y española, ejerció varias regencias por la ausencia de su marido y tomó un papel activo en la vida pública, política y social durante el Segundo Imperio francés.
Clienta habitual del británico Charles-Frédéric Worth, visionario de la moda y creador del sistema actual de alta costura en la segunda mitad del siglo XIX, Eugenia de Montijo perteneció al elenco de compradoras de la alta burguesía que contribuyó a propulsar la industria textil en Francia, beneficiada entonces por la ausencia de guerras y la prosperidad de los países europeos con colonias. Libre embajadora de la moda y de un estilo de vida adelantado a su tiempo, su ascedencia a la corte francesa en 1853 nunca la desvinculó de España, país donde su influencia fue innegable gracias a su habilidad para adaptar sus raíces andaluzas a la teatralidad de la indumentaria de la época.
Ahora, la Fundación Casa de Alba le rinde homenaje en una nueva visita temática que incluye 80 piezas procedentes de su legado en el Palacio de Liria y que forman parte del arte del Segundo Imperio francés. Pinturas de Winterhalter (quien la retrató en varias ocasiones), Sorolla o Madrazo, porcelanas de Se?vres, esculturas, artes decorativas, mobiliario y documentos construyen un recorrido por los objetos que definieron el estilo de vida de la última emperatriz de Francia. Su legado es ahora recogido por la fundación presidida por el XIX Duque de Alba, Carlos Fitz-James Stuart, en una exposición donde los visitantes podrán revisitar la herencia cultural y artística de la última emperatriz de Francia.