La leyenda Hilton: el gran hotel norteamericano cumple 100 años

La leyenda Hilton: el gran hotel norteamericano cumple 100 años
La leyenda Hilton: el gran hotel norteamericano cumple 100 años

Como ocurre con tantas leyendas norteamericanas, el mito hotelero Hilton tiene su origen último en Europa, exactamente en Noruega, de donde llegó a América, en 1870, un joven de apenas 16 años llamado Augustus H. Hilton. El joven Gus –como sería conocido ya siempre en el Nuevo Mundo– atravesó durante diez años diversos Estados de la Unión, hasta instalarse en la década de 1880 en el árido territorio de Nuevo México, en la ciudad de San Antonio, adonde llegó siguiendo la construcción del ferrocarril de Santa Fe. En 1885 Gus se casó con la hija de otros emigrantes, Mary Laufersweiler, con la que tuvo ocho hijos, el segundo de los cuales nació en 1887, recibiendo el nombre de Conrad Nicholson Hilton, que llegaría a crear y dirigir la cadena que mejor representó durante décadas la opulencia de la industria hotelera mundial. El padre, Gus Hilton, progresó hasta convertirse en el más importante comerciante de la región fronteriza con México, y fue en el establecimiento familiar donde Conrad creció y aprendió los principios del comercio y el préstamo a los mineros que poblaban un territorio que no llegó a ser Estado de pleno derecho hasta 1912. Los siete hijos de Gus y Mary que sobrevivieron hasta la madurez recibieron una educación muy estricta, que discurrió entre academias militares y colegios católicos. Mientras tanto, el negocio de Gus crecía imparable, incorporando progresivamente una oficina de correos, telégrafos, almacenes de madera y un concesionario de los mejores vehículos de la época, los Studebaker.

La Gran Guerra
A los 26 años, Conrad, o Connie, como ya empezaba a ser conocido, regentaba con su padre el establecimiento familiar, pero decidió fundar un banco por su cuenta y poder así desembarazarse del control exhaustivo que el padre le imponía. Sin embargo, en 1916 ya era inminente la entrada de los Estados Unidos en la I Guerra Mundial, por lo que decidió vender el banco y alistarse, siendo enviado a Francia. Aunque no llegó a entrar en combate, la experiencia le cambió para siempre, como sucedió con toda su generación. A su regreso, tras la inesperada muerte de su padre en un accidente de automóvil, Connie pretendió retomar su experiencia como banquero, pero ni sus escasos ahorros, ni la precaria situación familiar, le permitieron conseguir su propósito. A los 31 años, Conrad sufrió la frustración, y comprendió que con sus 5.000 dólares no podía plantearse fundar un banco, pero tal vez sí comprar el humilde hotel en que había recalado para recuperarse del desengaño: el Mobley, en la pequeña población de Cisco, Texas.Poco a poco fue recuperándose y construyendo una pequeña cadena de hoteles en el Estado tejano. En 1925 construyó el Dallas Hilton, el primer eslabón verdaderamente significativo de la que sería una trayectoria fulgurante, y en 1927 el Waco Hilton fue el primer hotel de su cadena con agua corriente y aire acondicionado en las zonas comunes. Para entonces, Conrad ya se había casado y tenía dos hijos: Nicky –que sería el primer marido de Elizabeth Taylor– y Barron.Tras el crecimiento exponencial del número de hoteles y habitaciones, Hilton se impuso en 1926 el objetivo de construir un hotel por año, pero en realidad construyó seis en dos años, y en el otoño de 1929 anunció la construcción del que estaba destinado a ser su proyecto estrella, un hotel de 300 habitaciones en El Paso, con una inversión de casi dos millones de dólares de la época. Pero 19 días después del anuncio, se declaró la Gran Depresión.

Años de truenoFueron años muy duros, pero Hilton desarrolló todas las habilidades financieras que había ido adquiriendo con el paso de los años, y ofreciendo como garantía todo su incipiente imperio, consiguió sortear las graves dificultades que la época imponía, atravesando con grandes sacrificios los años que acabarían por solidificar su empresa, hasta que, en 1934, con su tercer hijo, Eric, ya nacido, comenzó a superar la situación que a punto había estado de dar al traste con la que ya se había convertido en la gran ambición de su vida.A partir de ese momento, el desarrollo de la Hoteles Hilton fue imparable. En la década de los 30, la cadena fue pionera en la introducción y desarrollo del concepto de servicio de habitaciones a partir de la experiencia del Waldorf Astoria de Nueva York, que Hilton siempre había admirado y deseado adquirir, pues no en balde era el mayor hotel del mundo, dotado de teléfono y radio en todas las habitaciones, e incluso preparado para las conexiones que exigiría la inminente extensión y popularización de la televisión.

De costa a costaCon la compra de varios hoteles en California, y del Roosevelt y el Plaza en Nueva York, Hilton fue la primera cadena hotelera en quedar establecida de costa a costa del continente y, en 1946, Conrad constituyó la Hilton Hotels Corporation, siendo asimismo el primer grupo hotelero en salir a Bolsa tras la II Guerra Mundial, en 1946.Ya nada podía detenerle, y al crecimiento financiero se unieron las grandes innovaciones en la gestión que situaron a la cadena como un modelo de futuro: la primera compañía hotelera en establecer un modelo de multirreserva, antecedente de los sistemas aún vigentes en el sector; la primera en instalar aparatos de televisión en las habitaciones (1947); la primera en lanzar una tarjeta de crédito que podía ser utilizada en cualquiera de los hoteles de la firma por sus 175.000 poseedores; la primera cadena norteamericana en abrir un hotel, el Caribe Hilton, en el exterior del continente de los Estados Unidos, en Puerto Rico; por fin, la compra del Waldorf Astoria de Nueva York, su ambición más perseguida, en 1949; y, como lógico colofón, la aparición del propietario de la cadena más exitosa y pujante del mundo, el hijo del ‘coronel’ Gus Hilton, en la portada de la revista Time, siendo el primer empresario hotelero en conseguirlo, honor que repetiría en julio de 1963.Al tiempo, los hoteles Hilton continuaban desarrollando imaginativas acciones, como la creación del primer estuche de accesorios para la mujer, que incluía una carpeta con papel de cartas, kit de costura, cuaderno con teléfonos de niñeras y un listado de tiendas de regalos.

De este modo, la década de los 50 del siglo pasado vio el mayor esplendor de una cadena que, partiendo de un minúsculo hotel en Texas, pasaba a ser una compañía internacionalizada: había comenzado el reinado Hilton. Y, curiosamente, uno de los destellos más espectaculares de ese reinado tuvo como protagonista al Castellana Hilton de Madrid, el primer hotel de la cadena en Europa, para cuya inauguración en 1953 el magnate fletó cuatro aviones de la TWA que trajeron a España a los invitados de una fiesta que duró tres días y que consagró en el mundo el edificio construido sobre el palacete del marqués del Mérito, del siglo XVIII, por el arquitecto Luis Martínez-Feduchi, el mismo que proyectó el edificio Capitol de la plaza del Callao de Madrid. Durante aquellos años, todas las estrellas de Hollywood recalaron en el Hilton madrileño, cuya estela siguieron el Hilton de Estambul, la construcción de hoteles cercanos a los aeropuertos internacionales, la estrategia de franquicias, la voluntad decidida de atraer a las celebridades a los hoteles de la firma, el lanzamiento de un departamento dedicado a las mujeres viajeras, la incorporación del juego a determinados hoteles del grupo, como el de Las Vegas, la celebración de conciertos y actos sociales relevantes y una política de comunicación intensa y abierta, hasta el punto de que fue en una habitación del Hilton Ámsterdam donde John Lennon y Yoko Ono recibieron a la prensa en su famoso ‘Bed-In’ reclamando la paz, en 1969.El centenarioConrad Hilton murió en 1979, a la edad de 91 años. Sin embargo, y a pesar de la creciente competencia internacional, con la incorporación en su accionariado de inversores internacionales, el grupo Hilton celebra este año su centenario habiendo crecido espectacularmente, desde un solo y pequeño hotel en Cisco, Texas, a más de 5.600 establecimientos y 17 marcas en 113 países y territorios, con una cartera que ofrece una amplísima variedad de experiencias idóneas para cada tipo de viajero y ocupación, y conservando en sus genes el impulso creativo y de calidad que su fundador y gran mentor le transmitió.

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Por Redacción Gentleman

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