Dicen que fue el diseñador francés Louis Reard quien en 1946 nos acercase por primera vez esta prenda, pero sus orígenes se remontan en el tiempo. En el año 1600 aC, en una villa siciliana, ya había mosaicos en los que se mostraba a mujeres vestidas con trajes de baños de dos piezas. En cualquier caso, fue el diseñador francés quien reinventó el ‘osado’ traje y lo mostró en una piscina parisina en el cuerpo de Micheline Bernardini, una bailarina del Casino de París que no objetó en aparecer casi desnuda.
Louis lo llamó de esta forma en homenaje a los ensayos con bombas atómicas que en esos momentos estaba realizando EEUU en unas islas apartadas en la Micronesia, exactamente en el atolón Bikini. Pensó que su prenda iba a causar el mismo efecto explosivo que estaban originando los artefactos.
Desde ese momento, el diseño obtuvo bastante popularidad en Francia, pero será el cine el que termine por encumbrarlo. Nadie puede pensar en bikini sin que se le venga a la cabeza la imagen de Brigitte Bardot. Si Louis reinventó el bikini, y Dios creo a la mujer en la peli dirigida por Roger Vadim en 1956, Brigitte Bardot se redescubrió a sí misma. No se trata de una magnífica cinta, pero en ella BB despertó todos los deseos carnales de los hombres, lo que le sirvió para convertirse en una gran sex simbol.
Traje oficial de las chicas Bond
Si la francesa despertó el gusanillo, boquiabiertos nos dejó Úrsula Andress en 007 contra el Dr. No. Dos buenas razones tenemos para recordar aquella imagen en la que la pescadora de conchas Honey Ryder emergía del agua. Un bikini blanco que ella misma ayudó a diseñar y un cuchillo al cinto. No llevaba nada más, y no sólo no lo necesitó sino que le fue suficiente para eclipsar al propio Sean Connery, en la primera aventura del agente James Bond. Escena que sería repetida años después por Halle Berry en Muere otro día como homenaje. Fue el bikini mejor lucido de todos.
Uno de los bikinis más polémicos fue el que lució Sue Lyon con 16 años. A esa edad, Stanley Kubrick llevo al cine el clásico de Nabocov Lolita. Corría el año 1962. En el film interpretaba a una jovencísima chica de 14 años que sacaba los ojos de las cuencas a James Mason (su padrastro), mientras tomada el sol en el jardín, efectivamente, se trata del bikini más tentador.
Muy extravagante lo lució Carrie Fisher en El retorno del Jedi. Gracias a esta prenda, la princesa Leia dejó a todo sus seguidores boquiabiertos. Jabba, su secuestrador, no sólo no se conformó con retenerla sino que además la obligó a llevar puesto el modelito. Leia terminó ahorcando a su captor y convirtiendo a su traje de baño en el más vengativo del séptimo arte.
Bikinis ‘del diablo’
Con veneno y mucho encanto lo lució Salma Hayek acompañada de una pitón albina en Abierto hasta el amanecer. Nuestra delicada señorita, embutida en la piel de una stripper, consiguió improvisar uno de los bailes más sensuales que se hayan podido disfrutar en una sala de cine. El suyo fue el bikini más movidito.
Un alma, siete deseos y el número 666 fueron los ingredientes necesarios para ver a Elizabeth Hurley mostrando su cuerpo curvilíneo en la gran pantalla interpretando al propio diablo. Sexy, manipuladora, mentirosa y cómica. Así la tuvo que lidiar Brendan Fraser en Al diablo con el diablo. Probablemente sea el demonio más aclamado del cine y el bikini más ardiente.
SI en el infierno hay cuerpos jugosos, para los que fueron buenos descansar eternamente tampoco ha de ser un castigo. Allí los tenemos por duplicado. Los más angelicales fueron los de Demi Moore y Cameron Díaz dejaron a más de uno “al límite” con sus mini trajes de baño y sus tablas de surf. ¡Ay Charlie!, que bien supiste escoger a tus ángeles.
El más antiguo
Y ella no iba a ser menos, entre buenos y malos, Lara Croft vistió el más intrépido y aventurero. Con mucha adrenalina nos lo presento Angelina Jolie en Tomb Raider, una de las pocas veces que se la ha visto en bikini, y la verdad que le sienta mucho mejor que la ropa de combate.
De combate tal vez no, pero sí de caza hubiésemos tenido que utilizar la ropa si hubiésemos vivido Hace un millón de años. Aunque no es en la ropa, ni en los dinosaurios ni precisamente en el paisaje ni en los cavernícolas donde ancló la vista el público masculino en esta peli de Don Chaffey. Ver a las mujeres prehistóricas de este film tal vez no resulte muy entretenido, pero los ojos se activan cuando aparece Raquel Welch con su silueta y sus curvas, y es aquí donde me surge una pregunta ¿se trata del cuerpo 10, la perfección femenina o el bikini más antiguo?
Prehistóricos, guerreros, angelicales, endiablados, con veneno, inocentes, vengativos y hasta bailongos. De todas las formas y colores, estos mini retales que ya en su día dieron tanto de qué hablar han conseguido crear escenas que aún hoy obligan al sector masculino a quedarse sentado junto a los apoya-brazos de sus sillones y todo, para ver pasar frente a sus narices a unos cuerpos de mujer que ya desde sus inicios provocaron eclipses de miradas.