Los nombres de 2021. Cine: Julia Ducournau

Los nombres de 2021. Cine: Julia Ducournau

Los nombres de 2021. Cine: Julia Ducournau

En su primera película como directora y guionista, la formidable Crudo, del año 2016, el terror social en torno a la angustia adolescente acababa desembocando en el canibalismo de una chica hasta entonces vegetariana. En la segunda, la singularísima Titane, de este recién acabado 2021, la mujer protagonista se siente tan atraída físicamente por el metal desde que le colocaran una placa de titanio en el cerebro siendo una niña, que termina fornicando con un coche y dando a luz a un bebé humano con cierres metálicos y retazos de aceite lubricante. El cine de Julia Ducournau, parisina de 38 años, es el de las mutaciones, el empoderamiento y la transgresión. Y se ha consagrado con la Palma de Oro en Cannes gracias a la película más inolvidable de la temporada.

El galardón, el segundo para una mujer directora desde que se creara el festival, tras el de Jane Campion por El piano, en 1993, tiene mucho de reivindicación del vigor transformador de las imágenes, incluso desde el punto de vista físico. Ducournau, hija de padre bretón y de madre argelina bereber, de belleza indescifrable y mirada con personalidad arrolladora, compone películas de féminas violentas en universos que no parecen de este mundo pese a desenvolverse en ambientes cotidianos. En ese particular gusto por la transformación de los cuerpos, según confesión propia, tienen bastante que ver el trabajo de sus padres, médicos, y la especialidad de su madre: ginecología. Un aspecto que entronca con muchos de los títulos del director que, según todos los especialistas, más le ha influido: el canadiense David Cronenberg y su cine de la llamada Nueva Carne. De hecho, el primer cortometraje de Ducournau, Junior, realizado cuando aún era una veinteañera, contaba el relato de una niña con acné que después de contraer un virus estomacal experimentaba una extraña muda de su piel; y el telefilme Mange, de 2012, ya anticipaba en cierta forma a sus asesinas en serie de Crudo y Titane, con una adolescente bulímica que se vengaba de sus maltratadores compañeros de colegio.

Sin embargo, pese a las evidentes concomitancias con trabajos de Cronenberg como Videodrome, Inseparables y eXistenZ, la estruendosa sonorización de sus obras y el impacto visual de sus imágenes, junto con la violación del sentido de la naturaleza del ser humano, llevan a la directora francesa hasta un territorio de enorme autenticidad. Ahora, tras solo dos largometrajes, ambos triunfadores, se dispone a dar el salto a Hollywood, donde tendrá que lidiar con tipos duros y de querencia dominadora como los de sus historias. Quizá tenga que sacar la fiereza de sus roles femeninos y no solo para escribir, sino también para desenvolverse en un ambiente tan desconocido, y demasiadas veces, machista y turbio. Como dijo ella misma en una entrevista para The Guardian: “Un cuerpo es un cuerpo. En cada película que vemos, las mujeres tienen que ser hermosas, estar en forma y encajar en un cierto molde. Y no: las mujeres se tiran pedos, cagan, orinan y eructan”. No hay duda, si hay problemas en Estados Unidos., se los comerá crudos.

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