‘Louis Vuitton Manufactures’, un recorrido por los talleres del lujo

'Louis Vuitton Manufactures', un recorrido por los talleres del lujo

'Louis Vuitton Manufactures', un recorrido por los talleres del lujo

Existen algunos nombres en la historia de la cultura francesa que explican por qué este país es considerado desde hace siglos la cuna del lujo artesano y la vanguardia artística. Uno de los más relevantes es Luis XIV, nombrado rey de Francia en 1643 con apenas cuatro años, cuya afinidad por el estilo de vida barroco sirvió para recuperar –tras dos siglos en manos del Renacimiento italiano– el liderazgo del país en el mundo de la moda, las artes y la cultura. El palacio de Versalles, una de las mayores extravagancias construidas para este rey que creía poseer autoridad divina, se convirtió en un punto de encuentro para artistas y artesanos de toda Francia, que confeccionan los caprichos del monarca y de los miembros de su corte. Los talleres de esta nueva actividad, situados en el propio palacio, revitalizaron la economía del país utilizando materias primas producidas dentro de sus fronteras e iniciando una industria del lujo que situaría a Francia como su centro neurálgico durante los cinco siglos posteriores.

Al igual que Luis XIV, otras figuras han ayudado a construir el clásico art de vivre francés. Louis Vuitton, el empresario que transformó el viaje de la alta sociedad de finales del siglo XIX con sus innovaciones técnicas y estéticas, es uno de ellos. Así lo cuenta el nuevo libro editado por Assouline Louis Vuitton Manufactures, un recorrido por los talleres de la maison a través de 350 imágenes de archivo y fotografías actuales, que ilustran cómo la casa ha forjado en sus casi 200 años de vida una excepcional cultura de la artesanía en sus talleres distribuidos por todo el mundo, desde Normandía y Beaulieu-sur-Layon hasta Ginebra y Texas.

Estancia del Atelier de Ducey, donde se almacenan los rollos para confeccionar los objetos de piel. Fotografía: Oliver Pilcher.

En este viaje por su pasado y presente, Louis Vuitton refleja cómo en estos espacios florece el ingenio y la creatividad de la misma forma que lo hizo cuando su fundador decidió crear un servicio pionero de maletas hechas a medida para aristócratas y emperatrices que deseaban cruzar el Atlántico presumiendo de vestuario. “No se trata de confeccionar equipajes de lujo; se trata de innovación. La innovación vino antes que el equipaje. La razón por la que Louis entró en el negocio es porque quería crear algo diferente a lo que había en el mercado”, explica Michael Burke, CEO de Louis Vuitton, en las páginas del nuevo libro.

En la privacidad de sus atelieres, la maison ha diseñado una auténtica ‘red de inteligencia artesanal’ –nombre que dan dentro de los talleres al conjunto de talentos que confeccionan sus piezas–. Dentro de sus paredes conviven artesanos de toda la vida junto con las nuevas generaciones que acaban de iniciarse en el oficio. Algunos de ellos, tatuados y con el pelo largo, realizan los mismos gestos y utilizan las mismas técnicas y herramientas –algunas de ellas pertenecieron a Napoleón III– que los artesanos de hace 150 años. El libro revela cómo estos jóvenes, hasta hace dos décadas alejados de los trabajos artesanales, han desterrado la imagen arcaica de los talleres tradicionales, convirtiéndolos en lugares transmisores de innovación y savoir-faire.

Artesano en pleno proceso de creación en el Aterlier de Alta Joyería en la Place Vendôme de Paris. Fotografía: Oliver Pilcher.

Los emplazamientos de todos los talleres Louis Vuitton son reconocidos epicentros de artesanía: desde Véneto, en Italia, donde alojan su taller de calzado, hasta Ginebra, en Suiza, donde realizan las piezas de alta relojería. Aunque son los ubicados en Francia los que albergan la quintaesencia de la maison; el primero y más emblemático es el situado en Asnières-sur-Seine, el pueblo ribereño donde artistas como Vincent van Gogh o Georges Seurat pasaban los veranos pintando, y donde el propio Louis Vuitton construyó su primera fábrica en 1859. Este atelier, ubicado junto al Sena para garantizar la recepción de materias primas por río y ferrocarril, se dedica a la elaboración de baúles y pedidos especiales y está construido en metal y vidrio, siguiendo los principios de la arquitectura del hierro popularizados por el francés Gustave Eiffel a principios del siglo XX.

Este y otros talleres, como el situado en Vendée, al sur de Francia, dedicado a los artículos de piel, demuestran la determinación de la casa desde hace 30 años por perpetuar la producción peletera dentro del país, de forma que la industria no trasladara su eje productor fuera de sus fronteras, como sucedió por ejemplo con la seda, que desplazó su centro a Como, en Italia, o los relojes, que lo hicieron a Suiza.

Estancia con vistas a la Plaza Vendôme del Atelier de Prêt-à-porter, en París. Fotografía: Oliver Pilcher.

Con el tiempo, otros talleres Louis Vuitton han abierto sus puertas en lugares significativos para la cultura y la historia francesas, como el inaugurado en 2020 en la Abadía de Vendôme, un edificio del siglo XI situado a 170 km de París y especializado en la producción de pieles exóticas, o el taller de perfumería Les Fontaines Parfumées, en la región francesa de Grasse. Con prólogo de Nicholas Foulkes, historiador y periodista británico, este viaje por las entrañas del lujo descubre cómo nacen las piezas de las icónicas colecciones de la maison –baúles, bolsos, fragancias, relojes, zapatos, alta joyería y prêt-à-porter– a través de una selección de fotografías realizadas en exclusiva para el volumen.

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