«La sal es el recuerdo de la ola en la tierra y en la piel. Mi intención era tratar el elemento de la sal, que recuerda naturalmente el elemento del agua, que la marca ha tratado antes, así como el movimiento de la naturaleza». Estas palabras del perfumista Quentin Bisch explican el espíritu de Le Sel d’Issey, el aroma que acaba de presentar Issey Miyake y que fue concebido antes de que el diseñador falleciera en agosto de 2022.
Este lanzamiento se produce 30 años después de que la marca revolucionara el mundo de la perfumería con L’Eau d’Issey pour Homme, una fragancia icónica que a día de hoy continúa siendo una de las más vendidas en todo el mundo. Aquella se fijaba de manera simbólica en el agua y esta última vuelve a encontrar en la naturaleza su principal fuente de inspiración puesto que lo que trata de reflejar con una mezcla de notas amaderadas y marinas ese momento en el que la ola rompe sobre la arena.
Se ha pensado en la sal como condimento de la vida, como un estimulante que despierta los sentidos e infunde energía al tiempo que da sabor a todo aquello que hacemos. Por eso el foco se ha puesto en la interacción entre el mar y la tierra, en ese movimiento infinito que pretende ser el latido del perfume.
Esto se materializa gracias a elementos extraídos de la naturaleza como son el musgo de roble y el extracto de alga laminaria, los cuales representan la parte marina y aportan la frescura del acorde salado realzada con una chispeante nota de jengibre natural.
Las notas amaderadas de la tierra, por su parte, se encarnan en un vetiver natural con intensas facetas minerales, ya que se cultiva primero en arena, pero también en madera de cedro natural reciclada a partir de virutas de residuos de la industria del mueble.
Una combinación tras la que se encuentra Quentin Bisch, el perfumista de la compañía Givaudan que ha logrado con su trabajo como alquimista crear esta fragancia que trata de reinventar la esencia del anterior ‘hit’ de la casa.
Tokujin Yoshioka, colaborador de Issey Milake desde hace más de tres décadas, es el artista japonés que se ha encargado de crear el frasco de pureza absoluta en el que se envuelve Le Sel d’Issey. Una botella fabricada en un 20% de vidrio reciclado con una silueta elíptica que se desvanece de manera gradual hacia el fondo del cristal, que cuenta con tapón de metal cromado y que se ha declinado por primera vez en dos formatos recargables, uno de 50 ml y otro de 100 ml.