La lista de modelos con arrugas y canas ha crecido exponencialmente en los últimos años: Carmen Dell’Orefice (83) fue coronada por Jean-Paul Gaultier como Miss Vintage en su desfile de despedida del prêt-à-porter, Alicia Borrás desfiló para Andrés Sardá la temporada pasada, Linda Rodin (66) protagonizó el lookbook de The Row, Joan Didion (80) fue la imagen de Céline a principios de año –firma que también puso a Gitte Lee (80) en su publicidad hace unos años–, Jacky O’Shaughnessy (66) apareció en un anuncio de American Apparel, Daphne Selfe (87) en los de Dolce & Gabbana, Catherine Deanuve (71) en Louis Vuitton, la firma sueca & Other Stories (de H&M) escogió a Iris Apfel (94) para una de sus campañas, Charlotte Rampling (69) fue imagen del maquillaje de Nars y Jessica Lange (66) del de Marc Jacobs…Todas y cada una de ellas mayores de 60 años que destilan confianza, clase y personalidad.
¿Por qué tantas firmas escogen a modelos maduras?
La respuesta es simple: hay un nuevo nicho de mercado que publicistas de todo el mundo han empezado a intentar conquistar. Mujeres de más de 60 años, cultas, con una vida social activa y de una clase social media-alta, consumidoras de productos y servicios de calidad y lujo. Ha florecido un nuevo estereotipo que arrincona los tópicos sobre la vejez. Los principales almacenes del mundo desde Barneys hasta Harrods están llenos de mujeres maduras. A partir de los 60 empieza lo bueno y muchas señoras siguen teniendo la energía y el poder adquisitivo de los 30. Tyler Brûlè, director de la revista Monocle –la biblia de la vida cosmopolita–, así lo confirmaba en su columna semana del Financial Times: “Los 70 son los nuevos 30”. Por ello es lógico que el sector del lujo y el consumo de alta gama hayan puesto el foco en este segmento de edad, que antes estaba marginado pero que ahora se perfila como uno de los principales objetivos de las marcas.
¿Cuántas mujeres de 16 años pueden costearse un bolso de Prada?
Hace no mucho, la moda solo reclamaba delgadez y juventud, pero la industria se ha dado cuenta de que su producto va dirigido a muchas mujeres de muy diversa edad y talla. Los publicistas han visto el filón y han comenzado la revolución. Las modelos adolescentes acaparando campañas, desfiles y portadas están dejando de tener sentido. ¿Cuántas mujeres de 16 años pueden costearse un bolso de Prada? ¿Cuántas de 65? Algunos diseñadores como Francisco Costa, director creativo de Calvin Klein, lo ve claro: «Quiero modelos que representen realmente a las clientas a las que están dirigidas nuestras prendas. Y esas clientas no son precisamente chicas de 16 años».
No solo diseñadores, publicistas y editores han reaccionado, las agencias de modelos también registran esta tendencia hacia la madurez, de hecho algunas como Ford han creado una división independiente. A mediados de los 80 Ford tenía 12 modelos maduras, a mediados de los 90 el número ascendía a 18 y en 2008 se duplicó hasta 40. En la actualidad son 54 las maniquíes mayores de 40 años que están representadas por Ford. Sylvie Fabrégon fundó en 2012 en París la agencia Silver, especializada en modelos de más de 40 años, y actualmente representa a cientos de hombres y mujeres.
En los 80, Ford tenía 12 modelos maduras, ahora son 54 las representadas por la agencia.
Pero cuidado, la moda es caprichosa y cíclica, y hoy algo es lo más y mañana cae en el olvido, como el bolso Spy de Fendi o la sudadera tigre de Kenzo. En el ámbito de las modelos el ritmo es vertiginoso, se pasó de las sanas top models –Cindy Crawford o Linda Evangelista– a la naturalidad aniñada de Kate Moss, y de la sensualidad brasileña –Adriana Lima o Gisele Bündchen– a la frialdad de Europa del Este –Karolina Kurkova o Natasha Poly–. Esta temporada Donatella Versace (60) para Givenchy, Joni Mitchell (71) para Saint Laurent y Cher (69) para Marc Jacobs son las embajadoras de este nuevo boom, que esperemos no se trate solo de una moda pasajera.