Roberto Verino, diseñar con emoción

Roberto Verino, diseñar con emoción

Roberto Verino, diseñar con emoción

Hacer moda con propósito, enfocada en crear prendas que trasciendan generaciones es el fin último del diseñador Roberto Verino (Orense, 1945). Para ello, es artífice de un concepto intrínseco en la firma desde su creación hace 40 años: los ‘armarios emocionales’. Se trata de ofrecer prendas de corte y diseño sencillo que creen un fondo de armario más allá del recurrente vestido negro o la americana entallada. De esta forma, el gallego se reafirma en la idea de que la moda ha de vivir muchos años en el armario. “Como diseñador, estoy obligado a anticiparme a las necesidades del cliente, buscando la calidad, la atemporalidad y la inversión a largo plazo en vez del gasto”.

En su filosofía de marca el consumidor siempre es lo primero. Así lo refleja en aspectos como el trato cercano que el cliente recibe en el punto de venta, más próximo al concepto de boutique que de tienda tradicional. Esto ocurre gracias, entre otras cosas, a los servicios de personal shopper y asesoramiento, o al exquisito nivel de detalle con el que confecciona sus colecciones. “Pensar que mis prendas generan bienestar en las personas me da energía para afrontar las tareas de mi día a día”.

Su éxito profesional está avalado por un indiscutible rigor ético y estético, basado en la importancia de la atemporalidad y en la calidad de los tejidos para diseñar prendas que duren toda la vida. “La moda ha de ser la búsqueda de la sintonía entre el alma y la imagen. Verse bien en el espejo genera una autoestima que es lo que aporta el valor a la moda”, explica el diseñador.

Un palpable afán de perfeccionismo interviene en todas las etapas de su proceso, desde la elección del concepto creativo hasta la selección de los tejidos. El resultado son prendas bien hechas, orientadas a perfeccionar lo que significa ser premium en moda. “Siempre digo que el peor de los elementos que intervienen en tu producto es el que determina la calidad del mismo. Aunque mejores dicho elemento, siempre vendrá otro, y así sucesivamente. Es un proceso que nunca termina. Ser sutil con los pequeños detalles tiene mucha importancia en la prenda final”.

Verino nunca tuvo miedo a desafiar los sistemas convencionales de la comunicación de moda. En 2016 dejó de hacer desfiles físicos porque suponía un esfuerzo que podía redirigirse en cambio a mejorar la relación con el consumidor, quien, al final, siempre ha sido su objetivo a complacer. “Hoy en día todos llevamos un ordenador en el bolsillo, así que preferí apelar al cliente sin intermediarios –explica sobre esa decisión–. ¿Qué sentido tiene ofrecer ropa que vayamos a vestir dentro de seis meses? La pasarela es hoy en día un plan de marketing o una fantasía lúdica.”

Este empeño de Roberto Verino por “ser lo más útil posible” para el sistema de la moda y para la sociedad se manifiesta en la creación de colecciones que, además de ser sencillas y funcionales, actúen como catalizadoras de experiencias y emociones para el consumidor final. En los ultimos 20 años, ha reforzado su apuesta por seducir a esa inmesa minoría a la que se dirige, mejorando continuamente el estándar cualitativo, el vínculo emocional con el consumidor y la relación producto-calidad. “No pretendo servir a todo el mundo. Es importante saber en quién te enfocas. Mi trabajo está en ofrecer lo máximo por el mínimo precio adaptándome a las necesidades del cliente”.

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