Jockey International acaba de lanzar al mercado una novedad asombrosa: ¡Por fin alguien repara en que nuestros pechos no están fabricados en cadena de montaje! Cada una de nosotras tenemos el pecho que nos ha dado la naturaleza y que rara vez calza a la perfección en las medidas de las copas tradicionales. ¿Qué eres tú? Yo una A; yo una D… Pero a eso sólo llegaban las más avanzadas. Las más lentas tardamos en entender que la famosa talla 85 o 90 no se refería al tamaño del pecho, sino al de la caja torácica y que el verdadero tamaño debía encajar en las copas A, B, C y D… ¡Sólo cuatro modelos universales para todas! Hasta ahora, que ha llegado de nuevo Jockey a sujetarnos bien.
La empresa fundada por Samuel Cooper en 1876 bajo el nombre Coopers Incorporated se dedicaba a fabricar calcetines y ropa interior para leñadores. Le daban tanta pena los sufrimientos y calamidades que pasaban por llevar esos calzones de lana que se puso manos a la obra para aliviar tamaño martirio (como que hasta tienen en español una canción popular: “te voy a hacer unos calzones, como los que usa el ranchero, te los empiezo de lana, te los termino de cuero”… ‘¡Nooooo!’ Debían de gritar los granjeros por dentro). Coopers Inc por poco pone fin a su historia durante la Gran Depresión, pero remontó y se rebautizó: Jockey Internacional.
Jockey se hizo famoso por inventar, allá por 1935, el calzón con coquillera (aunque en el pueblo de mi padre yo siempre oí lo de ‘braguero’). Más que nada porque la empresa se especializó en la ropa interior deportiva y en concreto, en la del mundo del hockey, donde los chicos son un tanto bestias y necesitaban una protección ad hoc para que sus partes más íntimas no se lastimaran. Del protector deportivo (coquillera o braguero, que por cierto, decía la leyenda negra que recalentaba las partes nobles y podía producir esterilidad) al calzón no hubo gran recorrido, porque a muchos chicos les encantaba sentirse recogiditos. De hecho en tres meses vendieron 30.000 calzoncillos y decir jockeys allí es como decir en castellano calzoncillos (término nada glamuroso e incluso un tanto anti-lujurioso). Lo que más gracia me hace es la obsesión de Jockey por tenerlo todo sujeto y bien sujeto, ya sean genitales masculinos o pechos femeninos. Y por lo visto eso es lo que triunfa.
Jockey hizo un estudio con 800 mujeres y los resultados han dado con diez medidas diferentes. La ecuación perfecta es restar el contorno de tus costillas al contorno de tu pecho y la diferencia es la que marca la talla de la copa. Ahora bastará con meter a ‘nuestras chicas’, como dicen los norteamericanos, en unas copas de plástico para averiguar nuestra verdadera talla. ¡Qué divertido, por un instante serán como cupcakes!