En un lustro, la Bella Easo, el nombre con el que se bautizó la ciudad de San Sebastián, veía nacer dos lugares míticos. El primero de ellos, el lujoso Hotel María Cristina, en 1912; el segundo, la casa Balenciaga, en 1917. Para entonces, la ciudad era ya un destino cosmopolita y predilecto de reinas, reyes, aristócratas, empresarios y artistas. Ahora, y hasta el 15 de octubre, la sala Kubo, en el edificio del Kursaal que diseñara Rafael Moneo, nos acerca San Sebastián, escena de moda: dos décadas de refinamiento y belleza, entre mediados de los años 10 y 30 del siglo pasado, a través de más de un centenar de fotografías en blanco y negro de los fondos de la Fundación Kutxa.
Las imágenes son obra de Ricardo Martín (Photo Carte) y Pascual Marín (Foto Marín), “fotógrafos-artistas todo terreno que se dejaban llevar por la espontaneidad y la improvisación, reflejando muy bien el movimiento en sus retratos”, explica a GENTLEMAN el también fotógrafo Enrique Moreno Esquibel. Escenas de playa, urbanas, de deportes y vida social; imágenes en las que los atuendos son el claro paradigma del lujo y la distinción; de una ciudad próxima a otra distinguida, caso de Biarritz, con la que formará una pareja perfecta.
Como recuerda Miren Arzalluz, comisaria de la exposición, “la moda jugaba un papel fundamental tanto para los promotores del turismo en San Sebastián, interesados en perpetuar y difundir la idea de una ciudad elegante, como para los protagonistas de dicho turismo”. Anónimas damas y caballeros, en un periodo de entreguerras y en una ciudad internacional, de un país neutral, convertida en refugio del buen gusto.