Y no lo decimos nosotros, bajo el efecto de ninguna sustancia. Es Anna Wintour la que nos lo hace pensar y ya se sabe que ante eso no cabe más que decir amén (en el mundo de la moda, se entiende). Un reciente reportaje de Vogue incluía una imagen tomada del Instagram de Hanne Gaby Odiele, en la que la modelo lucía chupa de cuero, leggins, jersey gris, moño despeinado… y Crocs rosa. ¿Vamos pensando en desempolvarlas del fondo del armario?
Por si hay algún despistado en la sala, hablamos de unos zuecos de resina, con agujeros como los de un queso gruyère, en colores chillones y que años atrás triunfaron como el famoso refresco de cola.
Los fundadores de Crocs vendieron los 3 primeros días 1.000 pares.
Todo comenzó en el año 2002 durante un viaje a Canadá de tres amigos de Colorado (EE UU). Iban a navegar y los zuecos que llevaba uno de ellos, de un material antimicrobiano, antitranspirante y ligero, les inspiraron para crear el negocio de su vida. Scott Seamans, Lyndon Hanson y George Boedecker fundaron Crocs. Vendieron 1.000 pares los tres primeros días en el mercado. En 2003 facturaron un millón de euros y en 2006 fueron 322 millones. Inexplicablemente (porque las Crocs son objetivamente feas y de aspecto ortopédico), pronto las llevaban desde Paris Hilton a Kate Winslet, pasando por Matt Damon, Al Pacino, Jack Nicholson y hasta el entonces presidente estadounidense George W.Bush, pasando por colectivos profesionales que las incorporaron sin dudar a su actividad diaria, desde marineros a médicos y enfermeras, jardineros, camareros…
Ese 2006 fue su año estrella. Pero la caída también fue en barrena, sobre todo por la piratería, que pronto colocó las copias en todos los bazares orientales y mercadillos. Tan rápido como dieron la vuelta al mundo, parecieron desaparecer. Y decimos parecieron porque, aún con todo, las Crocs vendieron 30 millones de pares el año pasado (cuestan entre 30 y 60 euros), alcanzando los 1.200 millones de dólares en ventas.
Una sabia reestructuración
Pero lo cierto es que no ha habido crecimiento ninguno desde el año 2012 y la empresa está en plena reestructuración. Según un artículo recientemente publicado en el Chicago Tribune, en el año 2013, el entonces director general de Crocs, John McCarvel, utilizaba los zuecos solo como excusa. El modelo clásico que dio la vuelta al mundo se colocaba al fondo de las tiendas y el catálogo apostaba por mucho otros estilos.
Al año siguiente, su sucesor en el cargo (hoy presidente), Andrew Rees, anunciaba un plan de reestructuración: menos estilos, tiendas y empleados, pero más zuecos. Hoy tienen un lugar privilegiado en la flasgship store de la firma en Nueva York, en cuyo vestíbulo se lee el lema “Los clásicos nunca pasan de moda”.
Así que quizá la foto elegida por Anna Wintour para su Biblia de la moda no sea nada casual ni anecdótica. Además de una gran campaña de marketing con el lema “Find your fun”, Crocs apunta alto y quiere ganarse el corazón de los fashionistas del momento. Sin ir más lejos, ha programado para el día 7 de mayo un evento en París con DJ’s de música tecno, fotos Polaroid y cupcakes para presentar su nueva colección.
Pero ¿puede un calzado como las Crocs volver a conquistar al público? Con el triunfo del feísmo en las pasarelas y el hecho objetivo de que las zapatillas han desbancado a los tacones hasta en la Alta Costura, y por supuesto en la calle, parece que el mundo fashion (normcore, geeks, hipsters y demás movimientos socio-culturales mediante) podría estar listo para calzarse de nuevo los zuecos gruyère. ¿Los veremos en Coachella el año que viene en vez de las sandalias de gladiador?