A las afueras de la capital provinciana y a los pies del río Henares se abre paso una preciosa finca en la que se celebran bodas y eventos y se sirven unos platos excelentes. Los cinco profesionales que conducen Quinta Hayara crearon un «nuevo concepto de espacio» bajo el lema «donde solo ocurre lo que quieres que ocurra«. Tal y como ellos mismos explican, estaban cansados de protocolos y dificultades y decidieron emprender su propia aventura.
Se trata de un multiespacio en el que poder organizar los eventos más importantes, pero donde también se puede disfrutar de la zona de restaurante diario, la especial en los fines de semana o de conciertos en directo al aire libre. La cocina que presentan permite a los comensales vivir una experiencia completa, a través de todos los sentidos, donde todo influye, desde el amor a la hora de cocinar hasta los colores, la presentación y el origen de los ingredientes.
Una carta para chuparse los dedos
La variada carta consta de platos de todos los rincones de España, con jamón ibérico de bellota, antxoas del Cantábrico con tomatitos cherry asados sobre lágrima de aguacate, pulpo gallego a la brasa glaseado con salsa kimchi de cítricos sobre cremoso de patata o chuletón de ternera de Ávila de un kilo madurado 40 días y guarnecido con patatas fritas y pimientos de piquillo asados.
También los hay con un toque asiático, como las gyozas de pato confitado sobre cremoso de patata trufada y salsa hoisin o costilla ibérica cocinada 22 horas a baja temperatura glaseada con barbacoa japonesa acompañada de patatas rústicas. Así como otros platos de toda la vida, como pueden ser los huevos rotos con gulas, pimientos de piquillo y jamón ibérico o ensaladilla rusa con lomos de ventresca y piparras de Navarra.
Menú infantil y postres
Cuentan con un menú infantil que va mucho más allá de los típicos nuggets: pasta variada con tomate casero, carbonara o boloñesa; croquetas de jamón y calamares a la andaluza; fingers de pollo; hamburguesa casera de ternera; y solomillitos de ternera a la plancha. Además de una amplia variedad de postres entre los que destacan la tarta árabe al aroma de vainilla o el coulant de chocolate belga sobre espuma de chocolate blanco y escamas de sal.
Todo ello se puede disfrutar en un entorno privilegiado, con una terraza que parece de cuento en un jardín que se ilumina levemente cuando cae la noche. Su interior moderno y de tonos claros destaca sobre el mobiliario de madera que convierte el espacio en un lugar único en el que vivir una experiencia de lo más exclusiva.