Eterna, cuestión de principios

Eterna, cuestión de principios

Eterna, cuestión de principios

Buena parte de la realidad de cualquier empresa y proyecto se remonta a los orígenes, a cuando se gestan las ideas primigenias que luego conforman una historia y un espíritu. El caso de Eterna no es distinto al de otros en las formas pero si en el fondo. Una pareja de emprendedores (un doctor, Josef Girard, y un maestro de escuela, Urs Schild), que crean un taller dedicado a hacer ebauches (movimientos) tanto semi-acabados como completos –la empresa se fundó en 1856 y diez años después solo quedaría al frente el segundo– que ejerce de dinamizadora de una región y que destaca por su capacidad para innovar, como lo prueba que ya en 1870 introdujo las primeras máquinas de fabricación automáticas que se movían con motor a vapor.

Lo cierto es que Eterna, cuyo nombre se adoptó a partir de 1906 iba a sobresalir primero por la calidad y acabado de sus relojes de bolsillo, pero también hicieron sus contribuciones con la incipiente llegada de los primeros modelos de pulsera. De hecho, en 1904 patentaron un sistema de argolla para la correa y en 1908 realizaban el primer reloj de pulsera del mundo con alarma despertador. Eso sí, no llegó al mercado ni se comercializó hasta 1914. No obstante, la base en la que había comenzado quedó patente en que la compañía se había dividido en dos: ETA para la producción de movimientos, y Eterna para producir relojes de precisión.

Pero sin lugar a dudas, el tiempo para Eterna se detiene y magnifica en 1948, cuando muestra sus dotes innovativas con el sistema de rotor montado sobre cojinetes de ruedas. Cinco pequeñas bolas –pasaron a ser el logotipo que luce en sus creaciones y sobre la esfera–, convertidas en una de las invenciones más interesantes para superar los problemas de fricción y desgaste que sufrían los calibres de carga automática. Además de hacer posible que los relojes femeninos, mucho más pequeños, pudieran contar con movimientos de cuerda automática.

Eterna estableció un nuevo estándar que sigue vigente hoy en día y que todos los fabricantes lo incorporaron en sus productos. Pero no es el único campo en el que Eterna ha dejado huella, y el que mejor lo ilustra es el KonTiki, un reloj creado para superar las condiciones climáticas más extremas de una expedición que navegó por el Pacífico. Sus cajas superaron la prueba y dieron la razón a los técnicos que desde 1930 habían trabajado en lograr una óptima estanqueidad. En la actualidad, Eterna puja con fuerza (impulsado desde 2011 por Chinese Citychamp Watch & Jewellery Group) recupera ese estilo particular y crea calibres como el 39, que permite diseñar 88 versiones diferentes partiendo del mismo movimiento base.

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