Llegó con nuevas ideas al marcado relojero, y el tiempo le ha dado la razón. Después de devolver a Jaeger-LeCoultre a lo más alto de la relojería, y con un proyecto iniciado en Montblanc no concluso, Jérôme Lambert cambia de destino dentro del Grupo Richemont. Mucho más corporativo, pero ha dejado buenas enseñanzas… y muchos amigos.
¿Cuál es su mejor recuerdo relojero de todos estos años en el sector?
Voy a empezar por algo que acabamos de ver, y es el Rally Timer. Es, sin duda, uno de esos buenos recuerdos que me llevaré del paso por la relojería. Lo mismo me ocurre con el Heritage Chronométrie Vasco de Gama… Y podría seguir, pero lo más interesante e importante es que hemos conseguido crear relojes que son llamativos y crean tantas expectativas que siempre hay alguien que se identifica con lo que ofrecemos o que, al menos, se interesa por ver todos y cada uno de ellos.
¿Qué tiene que hacer la relojería para recuperar su atractivo?
Creo que hay un detalle importante y es que nuestra relojería permanece en esa tradición tan particular del tiempo y lo hace en cada creación. Para mí, medir el tiempo requiere invertir tiempo en ello y convierte ese gesto en algo especial… Intente vivir sin reloj, y entonces verá cómo se siente. Principalmente sentirá que echa algo en falta, algo que debería estar ahí y no está. Es realmente esa capacidad de manejar el tiempo una de las primeras razones que no hay que olvidar. Lo segundo es que, cuando está hecho de la manera apropiada, permanece como una fuente de emoción estética. Yo diría que contemplar una esfera bonita, cómo se mueven las agujas, o admirar los acabados y la decoración del movimiento, es como ver salir el sol cada día, una experiencia diferente. Yo creo que es una de las razones por las que la relojería sigue viva, y por la que estamos aquí hablando de ello.
A partir de ahora, su actividad en Richemont se aleja de la relojería… pero Montblanc queda en manos conocidas, y además buenas manos.
Dejo la compañía, abandono el barco, ya no seré el capitán, pero de alguna manera seré su primer admirador y no lo haré desde muy lejos. Por supuesto, hay razones para pensar que el barco continúe con la estrategia iniciada desde que llegue a la compañía, pero también debo decirle que incluso yo, si me hiciera cargo ahora no haría las mismas cosas que el año pasado. Por supuesto, la estrategia es el resultado de una adaptación al tiempo, así que espero, y estoy seguro, que Nicola (Baretzki) y su equipo siempre se adaptarán como una máquina al tiempo. Al nivel de genialidad, a la capacidad de ‘hacer demasiado’, que nos hizo crecer. Yo soy seguidor de la filosofía del ‘demasiado’, que dice que cuando comienzas a pensar en que quizás es demasiado, es cuando tu producto comienza a ser suficientemente bueno. Así que eso es lo que estamos haciendo y lo que hemos hecho brevemente durante poco más de 3 años, pero de forma muy intensa. Y le prometo que eso seguirá así y lo verá durante este año.
Llegó muy joven a puestos de responsabilidad y desembarcó en la relojería en una marca con mucha historia. Ha completado una trayectoria que muy pocos pueden esgrimir. ¿Cuál es el momento del que recuerde se siente más orgulloso?
Quizás mi recuerdo más grato e intenso es cuando celebramos el 180 aniversario de Jaeger-LeCoultre con nuestros empleados. Debo decirle que lo hicimos muy bien, con esa dedicación que solo empleas para las mejores ocasiones. Era un momento para estar orgullosos pues la marca crecía en ventas un 30% por encima de lo estimado. Lo hicimos con el mismo mimo con el que tratamos a nuestros clientes, incluso le diría que de una manera casi perfecta. Aquella tarde-noche estuvo llena de emociones y creo que es una de las diez ocasiones en toda mi vida en la que más me he emocionado. Yo había llegado a Jaeger-LeCoultre para ocupar mi puesto de directivo el día la fiesta de Navidad, y el señor al que sustituía subió al escenario a saludar a todo el equipo, y espontáneamente se pusieron de pie y le aplaudieron. Aquella noche paso exactamente lo mismo. Nunca me han importado los aplausos ni los halagos, y mi forma de entender el trabajo es dar cada segundo a la empresa y a los que trabajan conmigo. Yo empecé con 33 años en Jaeger-LeCoultre y crecí en mi puesto con todos ellos. Realmente significó muchísimo para mí.
¿Cuáles son los retos del mercado del lujo a día de hoy?
Uno de los mayores retos en mi opinión es la simultaneidad de tiempos. Todo está bajo la premisa del ahora, desde el ahora, y por ahora. Y ahora. Es el efecto ‘ahora’.
Y la gente necesita experiencias…
Lo que necesitamos más que nada es diversidad. Si no inventas algún tipo de diversidad en tu equipo, en tu producto, etc, realmente tendrás problemas de cara al futuro…
¿Y cómo conseguirlo?
Con una expresión moderna actual, sin perder estilo y con nuestra manera de comunicarnos, pero también en la forma en la que concebimos y creamos nuestros productos. Por ejemplo, me encanta la manera en la que trabajamos la línea TimeWalker. Para mí es muy moderna… y es algo muy complicado encontrar el equilibrio y tener una modernidad, que no moda, que encaje entre la calidad, el lujo y la tradición. No es algo fácil. Y le digo más: hay una gran diferencia entre ser clásico y ser antiguo. No confundir tampoco con lo vintage, pero hay una cosa clara: si es viejo, siempre hay un riesgo en relojería.