Muy próxima a la catedral nace la que posiblemente sea la calle más emblemática de la ciudad y también la más concurrida por forofos de la cocina en miniatura, la calle Sombrerería. Comunica la catedral con la Plaza Mayor y es sin duda de las más antiguas y tradicionales de todo Burgos, debiendo su nombre a los talleres y comercios de sombreros que en ella se instalaron hace ya dos siglos y algunos de los cuales sobreviven hoy en día. De forma más coloquial es apodada “la ruta del elefante” por la “trompa” con la que terminamos tras seguir la ruta de barra en barra.
En la calle Sombrerería destacan el Morito, el Gaona Jardín o el Mesón Burgos.
En esta calle es fácil acertar pues encontramos buenos sitios de tapeo a cada paso que damos. En el número 27 Morito, sitio de referencia para para propios y turistas, siempre abarrotado por su calidad, su cantidad y sus precios al alcance de todos. Buen sitio para abrir boca con un generoso pincho de morcilla por apenas 2e o una “alpargata” de jamón. Y justo al lado en el 29, el Bar Gaona Jardín, un curioso local con suelos de barro cocido, paredes de azulejo y abundante decoración vegetal con aires de patio andaluz. Destacan sus pinchos de erizo y de bacalao al pil pil y su jamón estupendamente cortado.
Avanzamos hasta el principio de la calle para disfrutar de dos buenas raciones de patatas bravas, las del Mesón Burgos (C/ Sombrerería, 8) y El Soportal (C/ Sombrerería, 5), donde además no debemos irnos sin acompañarlas de una riquísima mini hamburguesa de potro. Y si el tamaño mini nos sabe a poco y las cervecitas aún nos permiten caminar con soltura, merece la pena desplazarse un poco hasta el Tapa (Avda. Cid Campeador, 22) para disfrutar de una excelente hamburguesas de cebón de buey cerrar el trío de ases patatero.
¿Langostino hilado crujiente? ¡Sí, por favor!
Sin dejar los aledaños de la Catedral encontramos El 22 vinos y tapas (C/ La Paloma, 22), un local joven y fresco con originales tapas, raciones y tostas, como su langostino hilado crujiente que repetiremos varias veces entre vino y vino. La Tapería Royal (C/Huerto del Rey, 25) con una amplia variedad de pinchos y tapas con un envidiable palmarés de premios gastronómicos.
En la calle San Lorenzo encontramos el Casa Pancho o La Comidilla.
Otra calle emblemática en esto del tapeo es sin duda la calle San Lorenzo. En ella encontramos un local de los de antaño donde lo primordial sigue siendo la relación con el cliente: Casa Pancho, en el número 13. Imprescindible pedirse una “cojonuda”, huevo con morcilla de burgos o un “cojonudo”, compuesto por huevo y chorizo y unas croquetas de ibérico para rematar. En el número 23, La Comidilla, uno de los sitios más frecuentados por la gente de la ciudad que abarrota su barra a diario. Buen pincho de morcilla que aquí acompañan con queso de cabra y espectacular brownie para los golosos que no perdonan su dosis de chocolate ni cuándo van de tapas.
Y terminamos la andadura en La Favorita (C/ Avellanos, 8), para disfrutar de pinchos y sabores de toda la vida pero con una presentación cuidada. Pedimos su tapa estrella de solomillo con foie y una ración de mollejas a la parrilla. Y cerramos tal cual abrimos, con una morcillita a la brasa como no podía ser de otra manera aunque tras vagar de barra en barra uno aprende que a Burgos se va por la morcilla, pero se vuelve por sus tapas. Sé que hay más… ¡pero estamos a principio de la temporada!
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