La relación que guardan los alemanes con Mallorca es muy íntima. Por eso los hay en suelo alemán que cuentan a la mayor de las Islas Baleares como uno más de los dieciséis Länders -regiones- del país de la canciller Angela Merkel. De hecho, no es casualidad que en lo gastronómico, por ejemplo, mallorquines y alemanes disfruten como pocos cocinando salchichas al aire libre.En este sentido, el joven chef mallorquín Andreu Genestra, detentor de una estrella de la guía Michelin y propietario de un par de restaurantes a sus 31 años, ha explicado recientemente que lo que sus paisanos hacen al “ir a la montaña” es asar botifarras. Es decir, cocinar “salchichas a la parrilla”. En esta tradición también pueden identificarse los alemanes, quienes celebran la llegada del buen tiempo estos días haciendo barbacoas en cualquier rincón. En la ciudad de Berlín, es incluso posible hasta cocinar a la parrilla donde otrora aterrizaran aviones, en el aeropuerto reconvertido en parque del Tempelhofer Feld.
La cuina mallorquina es un motivo para los alemanes para visitar la isla.
Para gusto de sus lectores, en la redacción del diario bávaro Suddeutsche Zeitung entienden que la barbacoa es una de las “direcciones culinarias” que ha tomado la cultura del hacer de comer en Mallorca. No obstante, hay otros rumbos gastronómicos en una isla de cuya cocina se dice que, por tradición, “recurre a ingredientes frescos y a poner especial atención en la preparación de los platos”. Evidentemente, Mallorca ofrece abundantes especialidades que hacen las delicias de los cerca de cuatro millones germanos que visitan la isla cada año. Sin duda, la Cuina mallorquina es otro motivo para visitar este lugar del mar Mediterráneo.Exponentes de la excelsa escena gastronómica de Mallorca son los establecimientos que cita el Suddeutsche Zeitung en su guía para comer en Mallorca. En ella figuran, entre otros, Es Racó d’es Teix, restaurante de Josef Sauerschell y Leonor Payeras, o Es Molí d’En Bou, cuyo equipo lidera el chef Tomeu Caldentey. Ambos también se han ganado el reconocimiento de la prestigiosa guía Michelin, una circunstancia que no escapa a los visitantes de la isla procedentes de Alemania que están interesados en comer bien.La especialidad: carne embutidaEn Mallorca, cualquier catador germano que se precie tampoco habrá obviado que la carne embutida no sólo se cocina en barbacoas. Porque también puede degustarse untando, como ocurre con la sobrasada, otra de las especialidades típicas mallorquinas. En lo que a sobrasadas respecta, el diario Die Welt ha destacado la productora embutidos Aguiló, responsable de la marca La Luna.Ésta aparecía calificada en las páginas de dicho periódico como una “institución de la sobrasada”. Fundada en 1900, la empresa saca pecho efectivamente de ser la “más antigua de Mallorca que se dedica a elaborar el embutido mallorquín por excelencia: la sobrasada”.Este tipo de especialidades, junto al pa amb oli -pan con tomate eventualmente aliñado con aceite y sal-, son las que más suelen llamar la atención a los teutones interesados en la Cuina mallorquina. Ésta es, en esencia, “simple y nutritiva”, según ha podido leerse en las páginas del influyente diario Frankfurter Allgemeine Zeitung. Otro plato que reúne estas características es el frit mallorquí, elaborado a base de carne de cordero o de cerdo con un sofrito de patatas, pimientos e hinojo y condimentado con especias. El arroz también es un clásico que cualquier guía germana para visitar Mallorca acertará en recomendar. Algunas lo hacen incluso respetando la terminología local. A saber, el arròs brut y el arròs de peix i marísc, que son dos versiones de arroz caldoso. La primera lleva carne y la segunda pescado y marisco.Ninguno de estos platos, ni los chefs que los preparan dando ejemplo en Mallorca, han quedado al margen de la influencia a la que está sometida la isla debido al interminable ir y venir de turistas de todo el mundo. Para muchos de estos visitantes, no siempre la gastronomía cuenta tanto como el disfrutar del sol y la playa. Ahora bien, la sencillez tradicional de la Cuina mallorquina promete no perder su identidad. Mallorca, aunque ahora bajo el influjo del turismo global -aunque mayormente alemán-, está acostumbrada a vivir en contacto con extranjeros. “Los mallorquines no son gente conflictiva. Decimos ‘¿Queréis quedaros?, pues quedaros’”, según ha explicado Jaume Colom, propietario de la productora de vinos Finca Son Bordils.