Los deportes extintos más curiosos de los Juegos Olímpicos

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Los deportes extintos más curiosos de los Juegos Olímpicos

La antigua ciudad griega de Olimpia acogió los prototipos de lo que hoy conocemos como Juegos Olímpicos, desde el siglo VIII antes de Cristo hasta el IV después de Cristo. Durante aquellas competiciones atléticas que se disputaban cada cuatro años había una especie de tregua por la que cualquier deportista podía viajar hasta Olimpia de forma segura para competir, sin importar guerras ni conflictos.

En las Olimpiadas antiguas había muchos menos deportes y solo podían participar hombres libres que hablaran griego, como hizo Alejandro Magno en el siglo IV en carrera de carros. El deporte era una parte muy importante en la educación de los niños griegos, pues los Juegos contaban además con una historia mitológica que decía que fueron creados por Heracles Ideo, quien propuso a sus hermanos una carrera; el vencedor se haría con una corona de olivo silvestre.

Siglos y siglos sin Juegos Olímpicos

No fue hasta el siglo XIX cuando se quisieron recuperar, a modo de hermanamiento entre naciones. Los primeros Juegos Olímpicos de la Edad Moderna, por tanto, se celebraron en Atenas, la capital de Grecia, en 1896. Desde entonces se han organizado cada cuatro años solo con cuatro excepciones: 1916, 1940 y 1944 a causa de las guerras mundiales y 2020 por la pandemia del COVID-19. La evolución de los mismos ha ido de la mano con la deportiva.

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Atenas fue la primera ciudad en acoger los Juegos Olímpicos de la Edad Moderna

De este modo, hay algunos deportes que siempre han aparecido en estas competiciones, pero otros lo han hecho de manera intermitente o se han declarado extintos, inusuales, extraños o incluso fuera del ámbito deportivo. Un buen ejemplo es el arte, que fue deporte olímpico entre 1912 y 1948. Las pruebas de escultura, literatura, arquitectura, música y pintura las ideó el creador de los Juegos modernos, Pierre de Coubertin, quien además ganó la medalla de oro en literatura en 1912 bajo seudónimo.

Sin embargo, esta categoría acabó desapareciendo porque, aunque estaba destinada a artistas aficionados, empezaron a recibir muchas propuestas de profesionales ocultos tras otro nombre. Algo más de vida tuvo el tiro doble a ciervo corriendo: desde Londres 1908 a Helsinki 1952. Ciervos de cartón se movían a lo largo de 22 metros durante cuatro segundos. El mejor de su deporte fue Oscar Shahn (tres oros, una plata y dos bronces), que se convirtió en el atleta más mayor en ganar un oro olímpico con 72 años en Amberes 1920.

Animales vivos y deportes aburridos

En la primera edición de los Juegos modernos hubo otra modalidad de tiro, esta vez a pichón vivo y el que más palomas abatiera ganaba -realmente era como el tiro al plato actual pero utilizando animales-. El récord olímpico se encuentra en 300 pichones que mató el belga Leon de Lunden. En París 1900 fue la primera y última vez que este deporte formó parte de las Olimpiadas.

Ese mismo año también debutó el croquet, el famoso juego de Alicia en el País de las Maravillas, pero solo se vendió una entrada para el evento así que no duró más allá de los Juegos de París 1900. Aun así, fue la primera vez que compitieron dos mujeres a nivel olímpico. También se intentó introducir la pelota vasca, pero solo contó con dos equipos, el de España y el de Francia, y regresó como exhibición a París 1924, México 1968 y Barcelona 1992.

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El croquet fue brevemente deporte olímpico

El juego de la soga fue deporte olímpico entre 1900 y 1920. Aunque parezca un juego infantil, se trata de un ejercicio de agilidad, fuerza, trabajo en equipo y estrategia en el que participaban ocho hombres que debían arrastrar a sus oponentes dos metros y medio para ganar. En St. Louis 1904 apareció otro extraño deporte, la zambullida en distancia, una especie de prototipo del salto de trampolín. Solo se presentaron cinco estadounidenses y el New York Times lo describió como «el deporte más aburrido del mundo».

En las últimas ediciones se han introducido deportes que hasta ahora no se consideraban como tales, desde el surf y el breakdance hasta el skate y la bicicleta de montaña. Al igual que los aros que componen la insignia de los Juegos Olímpicos, los deportes van y vienen, circulan por un camino infinito. Aunque algunos solo queden en la memoria de unos pocos, siempre que se recuerden se mantendrán con vida, sean olímpicos o no.

Por Lidia Lozano

Escribiendo y curioseando desde que tengo uso de razón. El periodismo me ha abierto las puertas hacia lo que más me gusta: los viajes, la literatura, el cine y la música, que tantos años he estudiado. También escribo en la revista VIAJAR y en El Generacional, aunque me encontrarás en cualquier lugar donde haya una historia que contar.

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