Una propuesta contemporánea de autor, creativa y marcada por las influencias internacionales es la que trae el chef Pablo Fernández a la capital en su nuevo concepto NoDrama, ubicado en la calle Zurbano, 67. En él que se puede disfrutar de un espectáculo culinario que incluye una barra japonesa frente a la cocina vista donde se terminan y emplatan las elaboraciones. NoDrama ofrece dos propuestas: una carta breve o dos menús degustación que cambiarán con la cadencia de las estaciones o el ritmo de los productos de semitemporada. Se trata de una combinación de conceptos y técnicas culinarias de todos los países y cocineros con los que el chef ha trabajado: Gordon Ramsay, Sergi Arola, Èric Frèchon o Gastón Acurio, con quién aprendió la técnica del ceviche.
La protagonista de la propuesta es la estacionalidad del producto, con platos que evolucionan y cambian al mismo tiempo que la temporada, siguiendo la filosofía nipona de acompañar el ritmo con la naturaleza. Para comer o cenar, el restaurante ofrece dos menús y una breve carta fusión de ambos -el menú corto consta de seis platos y el largo de nueve, aunque están sujetos a modificaciones con productos de semitemporada como las habitas o la trufa blanca-. “Restaurante viene de restaurar, es decir, aportar al cuerpo todos los nutrientes que necesita según la época del año. En una comida necesitamos proteínas, vegetales y carbohidratos. También dulces, claro, hay que alegrarse”, explica el chef.
El dominio de todas las técnicas y el espíritu viajero de Pablo Fernández se retratan en todos los sabores de NoDrama: papel de arroz, foie y hoisin (Francia y China), oda a la zamburiña al pil pil (España), costillas de vaca vieja cocinadas durante 12 horas al estilo nitsuke (Japón), tagliolino al estilo peranakan (Italia, China, Perú), hamachi brasa con ají amarillo (Japón y Perú).
En su interior, la decoración es también un viaje alrededor del mundo. Minimalista, de inspiración japonesa y algunos detalles nórdicos, la ambientación del espacio la realizó Morandi Arcela, del estudio Brandfood, que diseñó también el restaurante de Gastón Acurio. Uno de los elementos protagonistas es la barra central de Neolith en blanco roto con grietas restauradas en dorado, siguiendo la tradición japonesa del kintsugi.