Escena cotidiana: día de cañas en Chamartín con ese viejo amigo o amiga con quien interesa quedar bien, muy bien, o incluso lo siguiente. Llega la hora de comer y, pese a la abundancia de locales, no hay ganas ni ideas. Franquicia tediosa o comida ‘prefigurada’… pues ni lo uno, ni lo otro. Ser moderno puede permitirnos volver a los clásico… Pensemos rápido antes de que cunda el pánico: hay tres opciones típicas a la hora de salir de restaurantes: el chino, el de tapas… y el italiano. Pues si queremos recuperar el carnet de urbanita trendy, con aspiraciones a no dejar de ser tendencia aunque tengamos más de 50, tenemos la solución…
Pasta Mito es una tienda-restaurante dentro del mercado de Chamartín.
Comer en Pasta Mito en el mercado de Chamartín, va a sorprender. El lugar es un restaurante dentro de un mercado. Y además, plenamente integrado en ese espacio. Mito quiere llevarse bien con el cliente, pero también con las demás tiendas del complejo, y para conseguirlo simplemente se ha convertido en una de ellas surtiendo al fanático de la degustación con productos directamente traídos del país con forma de bota, ya sea cervezas, vinos o salsas especiales, y por supuesto pastas, lo que lo convierte en una distinguida opción. Cosas buenas a precio razonable… La calidad no necesita etiquetas. Además, también es take away, por lo que automáticamente podríamos nombrarle como el mejor amigo de los solteros de la zona.Ilenia, Horacio e Ion son un laboratorio de ideas. Te pueden montar un catering, alquilar un cocinero o darte de comer. Ella guarda esa dulzura sarda del Sur de Cerdeña, con platos tan auténticos como intensos. Ion tiene la buena mano de cualquier vasco en los fogones y Horacio organiza, modela y hace que todo funcione. Dicho esto, la opción es perfecta.Productos expuestos a la cartaY para demostrarlo, la carta, que al tratarse de un restaurante podemos degustar casi en el acto sin trampa ni cartón. Porque los productos están expuestos, como también lo está la cocina, para que no nos perdamos nada desde que pedimos hasta que llega al plato. Las costuras de un italiano al descubierto, y la verdad es que la sensación es agradable. Podemos comer en la barra, concepto perfectamente asimilado en España, o bien aposentados en un taburete, entre el trasiego de gente que busca otros puestos del mercado.
El café que se puede degustar en este restaurante es también original de Italia.
Para ambientar los auténticos platos italianos, un buen Spritz bien rosado, una crema de calabaza con pan y después unos raviolis de boletus, que nunca fallan. Hay tantos rellenos como se puedan desear, de modo que en la conversación surge la posibilidad de pedir unos de queso de cabra para llevar o una lasagna de berenjena que supera cualquier expectativa. Hay clientes que van cada día que hay alubias con boletus. Hasta los postres nos pueden sorprender con una pannacotta de verdad y un tiramisú que rompe esquemas. El café es igualmente original por italiano, e incluso cualquier fanático del expreso se verá asombrado por su sabor. A la hora de pagar, su menú de 10,50 euros tiene una relación precio calidad imbatible. Por desgracia, la tertulia se acaba a las 16:59 horas, porque a las 17:00 el frutero y el de la pescadería abren y reciben sus primeros clientes con ese grito de “¡Señora!, no hagan cola que la merluza no está sola!”. (Calle Bolivia, 9, Planta Baja -28016, Madrid- Tlf. 91 164 97 24).