Desde el primer sorbo se nota que es diferente pero auténtica, natural. No estamos ante ningún ensayo o invento pasajero para quienes no les guste la cerveza: lo importante en ella es el sabor, conseguido tras una refinada pero natural destilación de azúcares y lúpulo que se adapta totalmente a nuestras tardes hedonistas. Este cierto toque dulzón que tiene nos recuerda de un modo muy suave a los tequilas y los mescales más perfumados.
Por eso me gusta la primera botella de Vida Latina, porque se adapta a nuestras costumbres y no al revés. Por eso disfruto la segunda botella. Sus notas herbales y frutales la permiten destacar entre todo el boom de cervezas artesanas. Evoluciona en el paladar, pero en el de todos: sin postureos, porque artesanal no significa elitista. Tanto es así que no tiene gluten, lo que la convierte en la perfecta compañera para todos los bon vivants, incluso aquellos que prefieran probar su versatilidad y combinarla en un cóctel.
El recetario que se deriva del ágave daría para varios libros y tiene vida propia en la tradición mexicana.
¿Pero de dónde proviene la rareza? El ágave es una planta natural de México, donde se las han arreglado para sacarle todo el partido imaginable. Sirope, aguamiel, mezcal, incluso papel o clavos obtenidos a partir de sus agujas. Las dulces propiedades del néctar del ágave azul lo han convertido en una exclusiva alternativa a la miel, una opción al azúcar común (mucho más potente pero con menor índice glucémico). El recetario que se deriva del ágave daría para varios libros y tiene vida propia en la tradición mexicana.
Su destilación hasta cobrar esta nueva forma, en definitiva, ha llevado no pocos ensayos, pero el resultado ha sido original, innovador y muy mexicano. Su fermentación es lenta y se elabora en pequeñas cantidades, lo que permite poner el énfasis en la calidad. Los de Vida Latina han preferido no devaluar la marca porque valoran la experiencia de beber algo distinto, único, pero sobre todo bueno. Siempre es gracioso. Se compra en Jalisco, vuela miles de kilómetros y se bebe en Madrid… Creo que voy a tardar en encontrar otras dos botellas.