Una diseñadora de sombreros; una decorada de vajillas y otras cerámicas; un grabador y estampador artesanal, o un diseñador que da nueva vida a las pantallas de lámpara con personales estampados. Su filosofía entronca con la forma en la que se elaboran, de forma tradicional y artesana, los quesos suizos, con fórmulas ancestrales y el máximo cuidado en los detalles.

Un savoir faire único en el mundo, que implica a agricultores, pequeños ganaderos y maestros queseros, caracterizado por el pastoreo de las vacas; su alimentación a base de heno, hierba y pastos naturales y la utilización únicamente de leche cruda, que se recoge dos veces al día, recién ordeñada y sin aditivos, en lecherías del entorno.
Es la forma de elaboración común a algunas de las variedades más especiales de Quesos de Suiza, como el Appenzeller®, que se elabora desde hace 700 años y que, durante su elaboración, debe ser frotado dos o tres veces por semana con una salmuera formada por más de 25 hierbas y raíces; o el Tête de Moine AOP, que solo se produce en 10 queserías de aldea y que no se corta, se raspa con el utensilio llamado girolle. También son variedades suizas el Emmentaler AOP, conocido como el gigante suizo con agujeros; y Le Gruyère AOP, uno de los más premiados.