El sector oleícola –como todas aquellas industrias que dependen de una actividad agrícola– siempre está sometido a un sinfín de condicionantes. De ahí que entre los productores olivareros españoles son pocos los que duermen tranquilos, aunque en esta campaña –que en estos días entra en su recta final– los pronósticos oficiales invitan a lanzar al vuelo las campanas del optimismo. De hecho, antes de que marzo diera carpetazo, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) ha vuelto a revisar al alza su previsión de producción de aceite de oliva para la cosecha 2021/22, que ahora se sitúa en 1,49 millones de toneladas, frente a los 1,3 millones que estimaba a comienzos de la campaña. Los vaticinios optimistas ministeriales alcanzan también a las previsiones de consumo interno, que se elevan a 545.000 toneladas, mientras que las exportaciones parecen mantenerse con buen rumbo, aunque con una mayor cotización en todas las categorías.
El rastro de Filomena
Las cifras son alentadoras para el oro verde español. Pero un paseo por la extensa finca de Casas de Hualdo, en el Carpio de Tajo (Toledo), recuerda el drama vivido por el olivar toledano –y manchego– hace poco más de un año –a principios de enero de 2021–, cuando la borrasca Filomena provocó estragos en los cultivos. Primero fue la nevada histórica, luego la helada y como colofón dos semanas con temperaturas extremas (hasta 15º bajo cero) que segaron la vida de multitud de olivos. Tan solo en el olivar de Castilla-La Mancha los destrozos abarcaron 17.000 hectáreas y en el olivar de la provincia de Toledo las pérdidas se cifraron en 172 millones de euros.
“Son los inconvenientes de tener el negocio a cielo abierto”, resume con ironía José Antonio Peche, administrador de esta enorme propiedad agrícola que se extiende a través de 4.000 hectáreas y que se sumó a la producción olivarera en 2001. Casas de Hualdo cuenta actualmente con cerca de 700 hectáreas de olivar –plantado con las variedades picual, arbequina, cornicabra y manzanilla– y perdió unas 85 durante la tormenta de Filomena. Más de un 10%. “Todas de arbequina, menos resistente al frío –explica–. Las replantaremos con otra exposición, y probablemente con otras variedades”. Prevenir es de sabios.
Casas de Hualdo, que exporta a 36 países –Ucrania se ha caído de la lista– construyó su propia almazara en 2009 y desde 2010 desarrolla su marca, con aceites varietales y coupages de alta gama, que en 2019 le han hecho valedor de ser admitido como último miembro en el seno de Grandes Pagos del Olivar, suerte de selecto club de productores comprometidos con la calidad y la cultura olivarera española, impulsado por el recordado Carlos Falcó, marqués de Griñón y propietario de la finca toledana fundadora de la asociación, junto a Hacienda Queiles (Navarra) y Aubocassa (Mallorca), en el año 2005. Posteriormente, se les unirían también Marqués de Valdueza (Badajoz, 2008), Castillo de Canena (Jaén, 2012).
Desde su posición como miembro de esta élite de almazaras, Peche considera que el AOVE español ha alcanzado la calidad más excelsa. “Aunque aún falta cultura en este país: son pocos los consumidores que aprecian y tienen acceso a los mejores aceites de oliva virgen extra cada día, conocen las marcas, las variedades y las regiones productoras, como sucede, por ejemplo, con el vino”.
Del AOVE al vino, la miel y el queso
La diversificación de los productores de AOVE no es excepcional. Y así como Marqués de Valdueza produce excelentes mieles y vinos en Extremadura y la propiedad de Aubocassa elabora vinos en La Rioja –en la célebre bodega Roda–, en Casas de Hualdo, el otro producto por el que se apuesta fuerte es el queso, que es novedad: “Llevamos algo más de un año impulsado el proyecto, pero con mucha decisión, con una ganadería propia de 2.000 ovejas de raza manchega y una fábrica equipada con la última tecnología que acabamos de estrenar. El equipo está muy motivado, desarrollando una gama de quesos de pastas duras, semicocidas, semiblandas, lácticas y probablemente, en el futuro, también azules. Pero somos muy jóvenes y creativos en este terreno y no descartamos incorporar nuevas referencias”, explica José Antonio Peche. Nuevos quesos artesanos han nacido en Toledo, al amparo del AOVE.