Los hay que se preguntarán si vamos a por setas o a por Rolex. Porque cuando se planifican unas jornadas de ocio invernal, centradas principalmente en la práctica del esquí, snowboard, trineo, motonieve, speed riding y demás deportes de nieve, no suelen tener cabida los deslices gourmet. Más habituales son los otros, aquellos que provocan los trastazos sobre la blanca y gélida superficie.
Bien es cierto que no todos los que se pierden entre las montañas cuando aprieta el frío son deportistas de elite ni fanáticos del eslalon. Muchos de los que pasan por caja para abonar el correspondiente forfait, se enfundan el forro polar, el anorak, el casco, las gafas, los guantes y demás accesorios que exige la práctica de esta actividad, antes de lanzarse montaña abajo, no ven la hora de quitarse las molestas tablas que llevan sujetas a esas incómodas botas para dar por concluido el absurdo paripé del deportista montañés y centrarse por fin en lo que más les interesa: el ritual del après sky.
El frío, la nieve, los espacios acogedores, el fuego de la chimenea, el vino caliente, el champán, el vodka y el contacto humano invitan a relacionarse. De allí que el après sky sea una oportunidad perfecta para relajarse después de una jornada agotadora, para tomar una copa, picar algo, dar rienda suelta al postureo o lo que surja. Y más vale llegar sin ningún hueso roto, para aprovecharlo.
Sensibles a este impulso, no son pocas las estaciones de esquí que en los últimos años han ido afinando el concepto del lounge invernal. En muchos casos en colaboración con marcas de lujo. Es el caso de Moët Winter Lounge de Baqueira, que permite reservar una zona VIP y disfrutar del champán en una cabaña de madera a 1.800 metros de altitud. En otra acogedora cabaña de Baqueira, ha instalado su grill Cinco Jotas, para ofrecer jamón ibérico de altura y otras delicatessen –las viandas del cochino de bellota son la gran especialidad– en un entorno único.
Un caso similar –sin ser una marca de lujo– es el Chalet Suizo by Quesos de Suiza, el primer restaurante del sello que promociona los quesos de ese país, que ha abierto en las pistas de esquí de Sierra Nevada. En el hotel The Mountains de la misma estación andaluza, esta temporada ha estrenado una suerte de pop up Beso Beach, el chiringuito de luxe que inició su trayectoria en Formentera en 2012 y cuenta ya con seis locales en España. En Sierra Nevada, su propuesta se despliega en un lounge bar, un restaurante y dos terrazas con vistas privilegiadas.
Para la mayor parte de los que acuden a estos destinos para deslizarse sobre la nieve estas alternativas pueden resultar satisfactorias para nutrirse debidamente sin alejarse mucho de las pistas. Pero los esquiadores de paladar más exigente deben saber que, más allá del après sky, el lounge esponsorizado y la terraza para ser y ser visto, hay vida gastronómica en estos escenarios.
Claro que para ello hay que alejarse apenas unos kilómetros de las mismas pistas. En Andorra, por ejemplo, vale la pena hacerlo para disfrutar de la gastronomía que ofrece el Sport Hotel Hermitage & Spa de la localidad de Soldeu, en dos de sus restaurantes. Uno de ellos es Ibaya, dirigido por el riojano Francis Paniego, que tiene el mérito de ser el único establecimiento del principado que ostenta estrella Michelin, con una propuesta que bascula entre la tradición y la vanguardia. El otro, Koy Hermitage, consagrado a la cocina nipona, lleva la firma de Hideki Matsuhisa, el chef japonés afincado en Barcelona.
Otra escapada muy recomendable en Andorra es L’Ovella Negra, un entrañable mountain lodge perdido en el valle de Incles. Ofrece buena gastronomía de sabor casero y una carta de vinos interesante que incluye referencias andorranas. También cuenta con algunas habitaciones para alojarse. El entorno natural es idílico, pero las frecuentes nevadas exigen desplazarse en motonieve.
En España, el hedonismo gourmet también es compatible con la práctica de los deportes de invierno. Mucho antes de que Francis Paniego asumiera la dirección del restaurante que mencionábamos en el principado, su antepasados sentaron las bases de lo que hoy es el hotel Echaurren, en Ezcaray. Este este año celebra 125 años, integrado al selecto club Relais & Châteaux, con su restaurante El Portal luciendo dos estrellas Michelin. Todo ello, a poco más de ocho kilómetros de Valdezcaray, la única estación de esquí de La Rioja.
También cuentan con un restaurante ‘estrellado’ aquellos que acudan a enfundarse los esquíes a la estación de Candanchú, en el Pirineo aragonés. Aunque en este caso les aguarde una sorpresa. El restaurante en cuestión, Canfranc Express, no dispone de un comedor convencional, sino que está situado en un antiguo vagón de tren –restaurado, acorde a la estética de los años 20 del pasado siglo–, y adaptado para dar servicio a 12 comensales. Esta singular propuesta, que enmarca la cocina de vanguardia del chef Eduardo Salanova, es una de las apuestas más ambiciosas de Canfranc Estación, el proyecto de Royal Hideaway Hotel, que ha reconvertido la estación ferroviaria construida en 1928 en un alojamiento de lujo.
La montaña, el deporte y el frío deparan, seguro, más deliciosas sorpresas. Valgan estas propuestas, de momento, para garantizar el buen comer sin más deslices que los que provoca el bendito manto blanco.