Si hay una firma de referencia en el mundo de las vajillas esa es Vista Alegre. La casa portuguesa fue fundada en 1824 en Ílhavo, localidad distrito de Aveiro, y desde entonces no ha dejado de aumentar su fama en todo el mundo manteniéndose en todo momento fiel a su calidad y minuciosidad.
Este año la empresa que comenzó dedicándose a la porcelana y que ha terminado siendo multidisciplinar tras fusionarse con el Grupo Atlantis en 2001 conmemora su segundo centenario, una cifra por la que merece sacar pecho, especialmente en tiempos en los que todo resulta tan efímero. Por ese motivo ha querido lanzar la que quizá es su vajilla más especial, una cuya decoración en blanco y dorado evoca la historia y evolución de los logotipos de la marca.
La vajilla con la que Vista Alegre celebra sus 200 años se apoya en su saber hacer centenario y en su visión dinámica de la modernidad para combinar varios elementos estéticos como son las ondas y estrías de diferentes dimensiones, las cuales varían de una pieza a otra, dando lugar a un sorprendente encuentro entre pasado y futuro. De este modo, las ondas únicas de cada plato se inspiran en las formas de piezas de distintas épocas y se combinan de manera armoniosa,
Por su parte, las delicadas orlas en oro mate que delimitan las formas de las piezas son garantías de su carácter intemporal y del prestigio de la firma. Estas se acentúa por en el reverso que es donde se muestra cómo ha cambiado el logotipo de la firma en este bicentenario para así enfatizar en el concepto de evolución.
«Desde un principio queríamos que la vajilla de esta colección fuera blanca y que estuviera decorada únicamente con filos de oro. Una línea que reflejase nuestra historia y en la que la protagonista fuese la forma», ha recalcado Alda Tomás, directora creativa de la marca, quien ha revelado que repasaron las colecciones de su archivo histórico en busca de inspiración. «El diseño final es fruto de cómo jugamos con ellas», ha añadido.
La colección 200 años de Vista Alegre está a la venta ya en las tiendas de la firma y va acompañada también de cristalería. En este caso los vasos y copas son transparentes para resultar más versátiles, presumen de efecto estriado para que así permanezca vivo el recuerdo de los métodos de fabricación tradicionales y cuentan con un detalle de cinta dorada. Una combinación que recuerda a la elegancia y la exclusividad de las cristalerías clásicas, aunque con formas sencillas y un minimalismo decorativo se adaptan perfectamente a la vida moderna.
