Javier Sanz y Juan Sahuquillo crecieron en el pueblo albaceteño de Casas Ibáñez, unidos desde pequeños por la misma pasión: la cocina y la naturaleza del territorio de su entorno. Pasaron su infancia escapándose a la riberas vecinas –del Júcar y el Cabriel– para coger cangrejos, pescar lucios y truchas o hartarse comiendo los sabrosos higos que crecen generosamente junto a las huertas. Y en su temprana adolescencia componían menús con los productos que probaban en aquellas huertas.