Mira que sabemos de sobra que ese tipo de comidas no resultan saludables, pero nos ponemos mil excusas para justificar su ingesta. Suelen ser comidas muy bajas en nutrientes, sobre todo en antioxidantes y vitaminas -que brillan casi por su ausencia- y muy elevadas en calorías. También están aderezadas con ingredientes necesarios para su manufacturación industrial que rara vez son saludables –los famosos «E».
Como eliminarlos de la dieta es una tarea imposible, al menos aquí van siete recomendaciones para minimizar los daños. Si no se pueden eliminar de la dieta, al menos, intentemos consumirlos menos:
1. Perritos calientes, nuggets de pollo… Aunque parecen proteínas puras y duras, más del 50% son grasas y contienen más carbohidratos que proteínas. Pensad con qué sustancias han sido alimentados esos pollos, que luego se convertirán en los carbohidratos que consumimos. Las grasas insaturadas están en el aceite en el que suelen freírse y este tipo de grasas causa deformidades en la membrana de las células, lo que contribuye al desarrollo de enfermedades como la diabetes de tipo 2.
2. Bebidas carbonatadas: Al menos las hay ya con calorías 0, pero utilizar la fructosa de sirope de maíz en lugar del azúcar tampoco es tan saludable. En Estados Unidos se ha demostrado que es incluso peor y que es una de las principales causas de obesidad allí. Resultan potentes productores de ácido, de modo que pueden alterar el PH alcalino de nuestro organismo y convertirlo en ácido. Hoy ya se sabe, que las células cancerígenas sobreviven mejor en ambientes ácidos que en los alcalinos… También se sabe que un organismo ácido es más susceptible al ataque de bacterias porque debilita nuestro sistema inmunitario.
3. Carnes precocinadas: como salsa boloñesa, etc: suelen contener mucha sal, nitrato de sodio y conservantes. Como en el proceso de elaboración se utiliza mucho calor, se pierden la mayoría de sus valores nutricionales. Pero se pueden encontrar sin nitratos ni conservantes, es cuestión de mirar las etiquetas.
4. Galletas, cakes, crackers… En mi caso, lo que peor llevo… Azúcar, sal y grasas saturadas con diferentes formas atractivas. Resulta más barato utilizar este tipo de grasas y además conservan el producto fresco mucho más tiempo y hacen que su textura sea más agradable. La etiqueta es el mejor consejo: hay que evitar los «hidrogenados» o «parcialmente hidrogenados»
5. Cereales en el desayuno: si no estuvieran enriquecidos con vitaminas y minerales, no tendrían valor nutricional. Enriquecidos significa que las añaden artificialmente y a veces, ni si siquiera son asimilables por el organismo, como ocurre con la Vitamina D. Algunos llevan azúcar o sirope de fructosa de maíz (que suele ser maíz genéticamente modificado; a estas alturas todos sabemos qué es Monsanto)
6. Barritas energéticas o «Granola Bars»: Increíble, ¿verdad? Todos hemos picado creyendo que eran mucho más saludables que una chocolatina… Pues son todo lo contrario de lo que parecen. Contienen la famosa fructosa de maíz, (intenta encontrar alguna que no lo contenga). Suelen decir que se hacen con Sirope de arce o con miel, pero en la etiqueta veremos que contienen una parte ínfima de estas sustancias a favor de la fructosa de maíz.
7. Salsas de aliño para las ensaladas: ¿Tanto nos cuesta ponerle a nuestras ensaladas un poco de aceite y sal? Volvemos al sirope de fructosa de maíz, grasas insaturadas y aditivos… ¿Por qué convertir una ensalada saludable en algo que ya no lo es con una de estas salsas preparadas?
El mejor consejo es controlar en lo posible los ingredientes que comemos. Al fin y al cabo, nuestro cuerpo es un templo. Para mejorar nuestra salud un poquito bastaría con reducir el consumo de estos 7 grupos de alimentos. Con lo riquísima que es nuestra cocina… ¿Por qué copiar cada vez más los malos hábitos alimenticios de países como Estados Unidos?