El año pasado, recuerda, estuvo rodando ocho o nueve meses. Hoy, protagoniza esta producción con la que presenta la marca OOTO, de la que es director creativo, a los lectores de GENTLEMAN. Y hace solo unas horas ha cerrado un acuerdo para viajar mañana a Nueva York y realizar un trabajo para una firma de moda. Modelo, actor y ahora en la industria textil, en un orden quizás cronológico pero no de importancia, porque todas esas facetas definen al Andrés Velencoso actual (Tossa de Mar, Girona, 1978): fue y sigue siendo uno de los modelos españoles más importantes; la interpretación gana terreno en su faceta profesional y ha encontrado en OOTO, del grupo Tendam, la firma en la que expresar una personal forma de entender la moda, moldeada tras décadas de pasarelas, desfiles y campañas.
Un famoso modelo al frente de una marca. ¿Quien piense que su papel es poner nombre e imagen se equivoca?
Pues sí, porque es un proyecto mucho más personal. Soy director creativo, embajador e imagen. Digamos que yo soy el capitán, pero ellos conducen el barco; con su know how y el conocimiento que tienen de la industria del textil y la base de datos de más de siete millones de clientes saben lo que se puede vender, lo que no, y yo aporto mi punto de vista, creatividad, campañas, contenido para redes… Me dan bastante libertad y las herramientas para desarrollarlo.
¿A qué tipo de perfil va dirigida OOTO?
A gente que sabe lo que quiere, que quiere algo atrevido o distinto y que arriesga, y que sabe que solo tenemos un planeta, pues nuestras prendas están confeccionadas con propiedades y procesos respetuosos con el medio ambiente.
El nombre de la firma corresponde a las siglas de Out of the office, apuntando quizás a una informalidad que vale para todas las horas del día. ¿Para sustituir a ese traje que lo mismo nos vale para una boda que para la oficina?
Es el concepto que estamos nosotros desarrollando con OOTO, una ropa que lo mismo valga para la oficina como para salir de copas, el afterwork… Es una ropa hecha para durar. Depende de la personalidad, pero a mí un buen traje siempre me ha gustado y, de hecho, es una asignatura pendiente en OOTO, queremos darle una vuelta a ese estilo más de noche o de oficina.
Hablemos de su faceta de actor. Desde fuera, parece más fácil de lo que es la transición modelo-interpretación.
Sí, hay un periodo… Primero que te tiras a un terreno completamente desconocido, aunque lo hayas medio rozado desde la moda o, sobre todo, la publicidad, en la que tienes que actuar un poquito más. Pero es otro mundo. Para mí, ha implicado prepararme mucho, y después, cuanto más callo tienes, mejor te salen las cosas. Vas robando cosas de otros actores, como hacía cuando empecé como modelo, a ver cómo lo hace este, que no se le nota la mentira, cómo se mueve, cómo llega, como mira…
Tiene en pantalla (Antena 3) la serie Eva & Nicole y creo que justo estos días se desvela otros de sus proyectos.
Sí, en Eva & Nicole vuelvo a trabajar otra vez con Belén Rueda, con quien hice mi primera serie, B&B. Y antes, desde abril del año pasado, estuve rodando Regreso a las sabinas (Disney+), una serie de 70 episodios que estuvimos grabando durante seis meses, bastante durillo, es la primera vez que yo grabo así, en un formato diario. Es una historia de amor, de desamor, de encuentros, de mirar al pasado y pensar las cosas que pudiste cambiar y hacer mejor. Es un papel protagonista en el que estoy acompañado de actores como Celia Freijeiro, Natalia Sánchez, Miquel Fernández, Nancho Novo, María Casal o Belén Cazo. Lo hemos dejado todo en el set para hacer una serie que entretenga al público y que espero que guste.
Con 46 años y siendo quien es, ¿se ha sentido alguna vez pequeñito al lado de actores y actrices tan experimentados?
“Siendo quien soy”. Pero, ¿quién soy? (Sonríe). Es que los egos pueden ser malísimos. Lo que quiero cuando veo a gente que lleva tantos años trabajando es aprender. He tenido la suerte de trabajar con mucha gente, que son muy buenos compañeros y que cuando te han visto falto de esa experiencia te cogen de la mano y te dicen ‘esto se lleva por aquí, esto por allá’. Pero los nervios y no saber qué hacer siempre están.
¿Ha tenido que vencer reticencias por venir de donde venía?
Siempre que vienes de otro mundo, a veces…, pero sin querer, en plan ‘a ver qué hace’. Pero cuando ven que te lo tomas en serio, que estás intentando hacer lo mejor posible…
Da la sensación de que la interpretación es en lo que más le gustaría centrarse en el futuro.
Bueno, es una carrera de larga distancia, y me encanta, lo estoy disfrutando muchísimo. Pero espero que OOTO sea también uno de los proyectos que dure; le tenemos mucho cariño a la empresa y nos está yendo genial. Hacer una marca y que te funcione…
“Pero ¿quién soy?”, decía antes. ¿Qué es para usted el éxito?
Depende. El éxito, morir de éxito, puñal de doble filo… El éxito es una palabra que no me gusta utilizar mucho porque parece que es ‘ser reconocido’ en algo en lo que te vaya bien. Pero a veces, aunque no te vayan tan bien las cosas, haberte esforzado en hacerlo, creo que también es un éxito. Siempre tenemos esa idea de que un tío de éxito es alguien a quien le han ido bien las cosas profesionalmente, y parece que uno que está en el campo recogiendo viñas, como mi tío, no es de éxito, y también lo ha sido. Mi padre es un tío de éxito, porque le ha ido bien la restauración, pero y el camarero, o mis hermanas, que están en Tossa, una estudió Turismo y está en el Ayuntamiento. Yo creo que también han tenido éxito en la vida. A veces malinterpretamos el éxito. Yo también, eh.
En una entrevista en su 40 cumpleaños decía que no se iba a retirar nunca. Pero tras una temporada en Londres, ha vuelto a vivir a su pueblo natal. ¿Empieza a querer otro tipo de vida?
A veces me lo planteo. Hoy mismo le decía a mi hermana “es que cada semana tengo un viaje, tengo ganas de no viajar”, y después de una breve pausa, le he dicho “y cuando no viaje tendré ganas de viajar”. Londres es una ciudad que fue durita para mí, bastante hostil, no solo por el tiempo… Mi padre va a cumplir 80 años, mi hermana acaba de tener una niña. Tenía ganas; después de la pandemia creo que mucha gente ha hecho un cambio. Compré una casita, la reformé y me fui a Tossa. Es un pueblo maravilloso, estar cerca del mar y la Costa Brava es un sueño.
Es usted un hombre discreto, no solo en su vida privada, también ajeno a las polémicas. ¿Cuestión de carácter o es una obligación cuando se trabaja tan expuesto?
Sí, es más eso, intento no meterte en jardines. Pero tengo opiniones y las digo cuando estamos en petit comité. Y me gusta, cuando digo cosas, intentar poder argumentarlas; si no, mejor me callo.
¿Ha tenido que pelear con muchos egos a su alrededor?
Con el mío sobre todo (ríe). Hay que calmarlo, porque… Cuando te van bien las cosas y tiras para arriba, a veces te piensas que eres más de lo que eres, o una cosa que no eres. Así que hay que sentarlo, que a veces te puede. Volver a Tossa me ha ayudado mucho, también con los amigos… Pero yo he luchado con el mío. ¿Y con los de otra gente? Es que luchar contra el ego de una persona es como pegarte contra la pared.
He leído que Jean Paul Gaultier dijo de usted que encarnaba el hombre del siglo XXI. ¿Qué significa?
No lo sé. Gaultier es un tío pizpireto, que habla por los codos, siempre me ha tratado con los brazos abiertos. Justo el otro día subí a las redes una foto de un desfile de 2009 con Gaultier. Es muy especial, he hecho dos campañas con él, un perfume, dos o tres desfiles… Es un amante de España, muy inspirado por la cultura española.
¿Mantiene usted un poco aparcada ahora la faceta de modelo?
Bueno, es que no soy un modelo tan al uso. Digamos que hago publicidad. Pero este año me han llamado de París para AMI, para un desfile con Moncler en Italia, nos fuimos a Saint Moritz, mañana me voy a Nueva York… De repente, activo el botón moda y salen cosas. La moda ha evolucionado mucho, es más versátil, les gusta trabajar con hombres de cierta edad, con diferentes perfiles, asiáticos, africanos… veo mucha diversidad en la pasarela. Y respecto a las marcas, hay un mercado para el hombre más maduro, sobre todo en Estados Unidos, donde se desarrolló antes que en Europa y que en España.
Volviendo a OOTO, ¿qué ha tenido que aprender en este año y medio de vida de la marca?
Todo lo que tiene un monstruo del textil detrás: a meterme en las entrañas y que te vayan enseñando dónde se produce, cómo se hace, que no te puedes pillar los dedos con la producción, luego están las rebajas, después de las rebajas hay devoluciones… Si no conoces este mundo, es muy difícil poder hacer algo. La gente que saca una marca y le va bien o tiene mucho conocimiento o lo hace excelentemente bien. Esos jóvenes que sacan marca y les funciona, chapeau, porque es un mundo bastante complejo. Quizás del mundo del marketing y la comunicación sí estaba más al tanto. Y también lo bonito de OOTO, al convivir con otras diez marcas si no más, es que sabemos a dónde vamos y los tenemos bastante claro. Es para un mercado masivo que convive en un market place con otras marcas y creo que era la horquilla que le faltaba a Tendam, un marca masculina como OOTO.