El lugar donde lo dejamos
Lo ideal es que sea un lugar a temperatura moderada y alejado de fuentes de luz y calor, con lo que conseguirás que se mantenga en perfecto estado más tiempo, “sobre todo los perfumes cuyos componentes principales son las notas cítricas y verdes, ya que son más volátiles y se alteran con los cambios de temperatura y de luz -dice Marta Tamayo, propietaria Le Secret du Marais, establecimiento especializado en perfumes ‘de autor’-. “Podríamos comparar la conservación de un perfume a la de un buen vino”.
Dicho esto, hay quien opta por sacarlo del cuarto de baño, pensando en el vapor de la ducha y la temperatura del calefactor en invierno. Sin embargo, Tamayo invita a dejar los perfumes a la vista “allí donde nos perfumamos”, porque opina que el cambio de temperatura de un baño no es tan drástico como para alterar un perfume, y el vapor de la ducha no penetra en el envase, por lo que no le afecta”.
Eso sí, déjalo siempre cerrado, sea con o sin vaporizador. Depende de la forma en la que se conserve, hay perfumes que pueden durar “muchos años” sin alterarse.
Lo metemos en la nevera
Porque hemos leído que se conservan mejor, pero esto es un error, según la experta, porque la temperatura es demasiado baja. Lo óptimo, como nos indica, es mantenerlo a una temperatura ambiente y alejado de temperaturas extremas, ya sean muy altas o muy bajas.
No prestamos atención al lugar donde nos perfumamos
Hay quien prefiere aplicárselo antes de vestirse. Otros lo hacen después. A algunos les gusta sobre la ropa que lleva puesta. El lugar depende de cada uno. En Le Secret du Marais recomiendan que se perfume la piel, ya que así se mezclará el olor corporal propio con el de la fragancia y quedará personalizado, porque cada uno tenemos una piel diferente. “También nos gusta aplicarlo sobre los puntos donde el pulso se hace más presente, ya que en cierta forma “calienta” el perfume y lo podemos oler más. Pero también hay personas que prefieren perfumar un foulard o un jersey. En estos casos, hay que tener presente que esa prenda va a retener el perfume más tiempo que la piel por lo que si queremos cambiar de fragancia, habrá que lavarla”.
Nos frotamos las muñecas
Hay un gesto muy común con el que nos frotamos las muñecas después de aplicar el perfume. En realidad, no deberíamos hacerlo, según Marta Tamayo, “ya que se altera la temperatura de las moléculas y estas tienden a evaporarse antes”.
Nos compramos un perfume porque lo llevaba nuestra amiga
Lo llevaba Menganita y me encantó… pero en mí no huele igual. “El perfume interactúa con la piel de cada persona de forma diferente, ya que cada uno de nosotros tenemos una piel distinta”.