Sobria, equilibrada, pulcra y comedida –haciendo buena la máxima de ‘menos es más’−, definitivamente elegante: así es la arquitectura de David Chipperfield (Londres, 1953). Una arquitectura minimalista, nada retórica y despojada de todo lo superfluo, de volúmenes sencillos tan sutiles como sobrecogedores y amplias aperturas, siempre atenta al lenguaje de los materiales que haya empleado. Para llegar hasta su condición de figura eminente de la arquitectura contemporánea, su periplo comenzó por los estudios de Douglas Stephen, Richard Rogers o Norman Foster tras licenciarse en 1977. En 1985 se estableció como David Chipperfield Architects en Londres y se rodó con proyectos de interiores, obras residenciales privadas…
Con estudio en Tokio desde 1987, Chipperfield trabajó en Japón hasta 1992 y solventó encargos como el edificio de Toyota Auto en Kyoto (1990), premio Andrea Palladio, empleando hormigón visto con sutileza exquisita. Con el River and Rowing Museum, en la localidad británica de Henley-on-Thames (1988-1997), materialización de su ‘apología de lo pequeño’ en roble, hormigón y vidrio, adquirió reconocimiento internacional, y uno de sus Premios RIBA. Tras sus estudios de Berlín y Milán, abrió una oficina de representación en Shanghái.
Chipperfield ya dejó patente entonces su afinidad por la moderación. “En cualesquiera asunto creativo, elegimos los límites. Técnicamente, hoy en día es casi posible hacer cualquier cosa, pero la pregunta es: ¿por qué y para qué…? El límite no es algo que impida ir más allá, es la decisión de no hacerlo… No creo en el diseño como un fin en sí mismo”, argumentaba. “Quizá no posea un talento creativo innato como Piano, Gehry o Siza, pero sí un sentido de propósito”. Y mucha vitalidad: edificación y urbanismo, diseño de interiores y mobiliario… De hecho, su condición de sir es un reconocimiento a sus servicios prestados a la arquitectura; y ha sido docente en diferentes escuelas del Reino Unido y profesor invitado en universidades de Europa y Estados Unidos.
Chipperfield ha contribuido de forma sensible a dar forma a la arquitectura contemporánea: acaba de concluir su primer rascacielos en Manhattan, el elegante The Bryant (2013-2020), próximo a la Quinta Avenida y el West Side. Ha construido además en Italia, China, México…; sin embargo, Alemania y Berlín han sido claves para su obra y su estudio. Y proyectos, de reconstrucción y rehabilitación en este caso, como el de su obra quizá emblemática: el Neues Museum (2009), situado en la Isla de los Museos berlinesa, a partir de los restos de su estructura de ladrillo de 1855. “Un conjunto urbanístico recreado a partir de fragmentos, que combina experiencia y práctica reinterpretando edificios históricos, y equilibrando entorno y construcción”, según sus propias palabras.
Por la trascendencia que imprime a sus proyectos, Chipperfield siempre procura que se subordinen al contexto, “que contribuyan a su comprensión y mejora, y reflejen sus valores sociales”. Más allá del lugar y su entorno, hace extensible su compromiso a las personas, lo que explica su sentido de la moderación. “El Neues Museum testimonió la actitud emocional de los berlineses, consigo mismo y con edificios con los que tenían relación histórica”, explica.
El estudio que dirige finalizaba hace un mes la rehabilitación de la Neue Nationalgalerie berlinesa, la primera de esta obra maestra diseñada por Ludwig Mies van der Rohe –uno de los últimos proyectos del germano estadounidense.– Ha supuesto remover ¡35.000 elementos!, restaurarlos y devolverlos a su lugar original. Una ardua tarea difícil de confiar a otro profesional, y que Chipperfield ha resuelto con Dirk Lohan, nieto de Mies, y en la que su huella se ha moderado más que nunca. El museo tiene previsto abrir en agosto con una exposición de Alexander Calder. En España, la relación con David Chipperfield también es sustancial: la remodelación del paseo del Óvalo (Teruel, 2001-2003), premio europeo al Espacio Urbano Público; la Ciudad de la Justica de Barcelona (2002-2009)… Y el Ayuntamiento de Santander le concedía semanas atrás el permiso para reconvertir la histórica sede del Banco Santander del Paseo de Pereda en un nuevo museo que exhiba su colección de arte. Su previsión es concluirla a finales de 2023.