La esposa de Luis XVI, la última reina de Francia, además de por la música, sentía gran debilidad por el teatro. Su sueño de contar con uno propio se hizo realidad gracias al arquitecto Richard Mique, quien erigió en 1780 –13 años antes de ser guillotinada junto a su pareja– el que se convertiría en su refugio: el Pequeño Trianón, uno de los edificios entre los jardines del Palacio de Versalles. Con techos decorados por el maestro Lagrenée, quien se inspiró en el mito de Apolo, contó con una capacidad para 250 espectadores y un foso para una orquesta compuesta de una veintena de músicos.
Aprovechando los últimos confinamientos galos, el capricho de María Antonieta (Viena, 1755-París, 1793) ha sido sometido a la cuarta y más completa restauración de su historia. Los techos y muros han recuperado los colores de su época, mostrando el histórico trampantojo del teatro-museo en el que el paso de la Revolución, por fortuna, no se dejó notar: su lejanía de palacio le salvó. La maquinaria, de época, ha sido igualmente restaurada, lo que le convierte en el único de Francia que mantiene en funcionamiento un dispositivo tan antiguo.