En 1911, Louis Vuitton construyó un baúl para el couturier Paul Poiret en el que aparecía impreso su nombre con grandes letras. Un gesto que hoy parecería algo simple y que había partido de la necesidad de identificar el equipaje, evolucionó hasta convertirse en un símbolo de estatus y en un espacio donde dar rienda suelta a la creatividad. Fue una transición rápida, pues en la década de 1920, la Maison ya ofrecía un servicio de personalización que incluso permitía a los clientes la posibilidad de crear su propio monograma.
Así que la personalización de la lona es un servicio de larga tradición en Louis Vuitton, incluso se podría decir que nació al mismo tiempo que la Maison, cuando el marcado de los baúles vio la necesidad de distinguirlos de los del resto de viajeros. Pero más allá de esto, la personalización es una huella artística que otorga a cada objeto un carácter único. Un buen ejemplo fue el bolso Steamer de Gaston-Louis Vuitton, una pieza de 1901 que destaca por un rotundo estampado sobre la lona que condensa el legado de la casa.
Este compromiso de Louis Vuitton con sus clientes para ofrecer distintas vías de personalización de sus diseños ha ido aumantando con los años. En 2008, el servicio evolucionó para constituirse como una experiencia que invitaba a los clientes a imbuir su propia marca en las piezas que llevaban. Hoy, aquel servicio alcanza nuevas cotas con Mon Monogram, que se traduce en una ampliación de los modelos y los motivos. Versátil y unisex, incluye bolsas de viaje, equipaje con ruedas, accesorios de viaje, bolsos urbanos y pequeños enseres de marroquinería, todos ellos customizados por encargo y confeccionados a mano por los artesanos de la Maison. El lanzamiento de este servicio entronca con la tradición de la personalización de la casa y su filosofía, que se construyó como un negocio de encargos especiales.
El servicio Mon Monogram, disponible online y en tiendas, propone un amplio abanico de posibilidades: colores, tipos de letra, diseños de rayas y parches para resaltar los bolsos y bolsas del clásico Monogram y, en artículos seleccionados, también con el Monogram Eclipse.
En línea con la filosofía de que todo viaje empieza con un lienzo en blanco, los clientes escogen en primer lugar la pieza que quieren personalizar. Después seleccionan el color que se aplicará a sus iniciales de entre una paleta con nuevos tonos y, de modo opcional, las rayas. También pueden optar por plasmar sus iniciales con unos parches de estilo vintage que condensan el espíritu de etapas gloriosas del diseño, como la Belle Époque o el Art Nouveau. A partir de cada una de estas opciones, cada resultado es único.
