Viajar a la Costa Brava es una aventura. Y quien diga lo contrario es que no ha pisado sus playas, montañas, volcanes y parques naturales que hacen de su litoral un destino de visita obligada. Desde hace casi un siglo, esta región comenzó a ver llegar turismo en busca de la tranquilidad del mar y el encanto salvaje de sus bosques. Más de 200 kilómetros para recorrer las comarcas de Gerona, degustar los vinos de la D. O. Ampurdán o volar en globo sobre el golfo de de Rosas, la convierte en un destino que ofrece todo lo necesario para una escapada de otoño. Su gastronomía con estrella añade un motivo más para pasearse por sus tierras: productos elaborados con respeto al entorno, cocina volcánica o platos tradicionales de montaña. Proponemos una serie de paisajes, restaurantes y actividades para disfrutar durante todo el año.
Para recorrer por tierra
Teatro-Museo Dalí. Pináculo del surrealismo, el Museo Dalí es una obra de arte en sí misma. Antiguo teatro Municipal de Figueras, destruido en un incendio durante la Guerra Civil, es el reflejo de las múltiples caras del artista y su conexión con su ciudad natal. Este museo se concibe como su gran última obra y están presentes todas sus etapas artísticas y personales a través de piezas en las que se percibe su pasión por las vanguardias pictóricas, la mística nuclear y la ciencia. Prueba de ello es el Cadillac -un regalo del pintor a su esposa y musa Gala Dalí- instalado en el antiguo patio de butacas del Teatro Municipal, que ha pasado a la historia bajo el título Taxi lluvioso. Alrededor del 90 por ciento de las obras que acoge el museo fueron concedidas por el propio Dalí y están fechadas entre los años 1910 y 1983.
Bodegas Mas Llunes. “De unos viñedos extraordinarios sale una uva extraordinaria. Y de una uva extraordinaria sale un vino excepcional”, afirman en la bodega Mas Llunes, situada en Garriguella, a los pies del paraje natural de la Albera (Gerona). Sus vinos, elaborados a partir de viñedos propios, siguen unas estrictas normas de producción ecológica y están definidos por el terreno, el clima y las variedades de garnacha y cariñena. El viento de la Tramontana, un fenómeno meteorológico originado en los Pirineos que alcanza los 150 km por hora, es otro factor favorable para la crianza, pues seca los viñedos y ayuda a conseguir el punto óptimo de maduración. Desde el 2000 el cultivo de los viñedos ha vuelto a manos de las segundas y terceras generaciones de la familia, tras un periodo en el que la viticultura del Ampurdán había centrado sus esfuerzos en la llegada de turismo. Con esto, retornan al origen y construyen un renovado turismo de viticultura. Ofrecen experiencias hechas a medida, como las catas sensoriales, donde mezclan música, luces e imágenes con los colores, gustos y aromas del vino.
Cal Sastre. El espíritu rural de La Garrotxa se puede vivir en el hotel restaurante Cal Sastre, ubicado dentro del Parque Natural de la Zona Volcánica. Este establecimiento respira armonía entre la arquitectura y el entorno del casco antiguo de la ciudad de Santa Pau. Es el resultado de la rehabilitación de dos casas conjuntas del siglo XV y cuenta con siete habitaciones con vistas a los volcanes de Santa Margarita, Puig de Mar, las montañas de San Julián o el Castillo Medieval de la ciudad. Su restaurante homónimo ofrece recetas tradicionales con productos km 0, elaboradas la gran parte de ellas en las antiguas fondas del pueblo. Entre sus especialidades, las judías de Santa Pau, cultivadas en grandes campos alrededor de los volcanes (su cosecha dura desde septiembre hasta mayo), la sopa de tomate ecológico con helado de tomate y albahaca con aceite de vainilla y el mini-canelón relleno de morcilla con bechamel de trufa.
Monasterio Sant Pere de Rodes. Originario del siglo XI, este monumento muestra del esplendor de la arquitectura románica. Refugio de los monjes benedictinos y blanco de piratas, está formado por la iglesia (construida en el año 1.000), el campanario, el claustro, las sacristías, las dependencias convencionales y el palacio del Abad. Desde el monasterio se aprecian la Bahía de Llansá y Port de la Selva.
Disfrutar junto al mar
Cadaqués. Arropada al norte por el cabo de Creus y al sur por el cabo de Norfeu, es uno de los enclaves más bonitos de Cataluña, famoso por ser el destino vacacional de Dalí cuando, de niño, comienza sus primeras incursiones en la pintura. Si de una postal se tratara, el blanco, azul y verde retratarían esta localidad con el encanto propio de una isla, desde sus habitantes de paso relajado, hasta su arquitectura, marcada por pintorescas casas y calles empedradas. Ficus, hiedras y enredaderas cuelgan de sus balcones y buganvillas, y el arte se respira en cada rincón. Su esencia y estética invitan a visitarla para volver (o quedarse): desde el paseo marítimo hasta su casco antiguo, con sus callejuelas construidas con piedras recogidas de la orilla dispuestas horizontalmente para evitar resbalar. Al fondo y en lo alto, la iglesia parroquial de Santa María del siglo XVI.
Restless Spirit. Si se decide entrar por mar, la llegada en barco a Cadaqués es una experiencia de disfrute lento. Para descubrir los parajes escondidos de la Costa Brava, el transporte por mar se ha convertido en los últimos años en uno de los servicios más demandados, pues permite organizar un viaje totalmente personalizado y disfrutar de un oasis de naturaleza flotando en el Mediterráneo. De esto se encarga la tripulación del Restless Spirit, un barco con 13 años de trayectoria ofreciendo viajes charter para el turismo internacional. Su propuesta, conocer los rincones gerundenses junto a una tripulación dispuesta a complacer las preferencias de todos los viajantes. Todo esto, acompañados de una fusión gastronómica en la que unen sabores de mar y montaña.
Restaurante Compartir. Entre sus puntos gastronómicos de referencia, el restaurante Compartir sitúa a Mateu Casañas, Oriol Castro y Eduard Xatruch como los artífices de un establecimiento donde el tradicional picoteo se une con la cocina vanguardista. Ubicado en el casco antiguo de Cadaqués en un edificio reformado de principios del siglo XVIII, su terraza-patio recibe al comensal en un ambiente mediterráneo, donde la piedra y la madera son protagonistas. Su carta ofrece una versión informal de su restaurante hermano Disfrutar, situado en Barcelona, con una cocina moderna, con platos pensados para compartir. Los chefs de la localidad son expertos en la salazón del pescado, y así lo confirman las anchoas de la Escala “M. Sureda” con mató de almendras, que rinden homenaje a uno de los productos típicos de la región. Las navajas con vinagreta de hongos y piñones o el canelón de atún con sabores mediterráneos son otras de las especialidades de la casa.
Hotel Spa Terraza. Rosas, la ciudad que forma arco en medio del Mediterráneo, cuenta con un balcón sobre el mar: el Hotel Spa Terraza. Una cena al lado de la piscina o un cocktail de autor en la barra del spa son algunas de las experiencias que este hotel ofrece para llevar la mente y el cuerpo a un punto de encuentro. En la última planta, con las mejores vistas panorámicas de la Bahía de Rosas, se encuentra el spa, diseñado por Mònica Traviesa y su innovador concepto de tratamientos holísticos de autor.
Circusland. Primer museo profesional del circo en Europa, está ubicado en Besalú y cuenta con 1500 metros cuadrados de interiores donde se da testimonio del nacimiento, evolución y funcionamiento del mundo del circo, una labor poco conocida y reconocida que nace en Londres en 1778, ligada a un origen ecuestre (por eso la utilización de las pistas circulares). En sus diferentes salas, cada una de ellas especializada en una disciplina artística, es posible recorrer los 250 años de circo a través la acrobacia, equilibrios, magia, malabares o trapecio. Una increíble maqueta del circo alemán Gleich (1924-1937) es una de sus principales atracciones. Realizada por el ingeniero holandés V. Herwerden a lo largo de 40 años, muestra cómo se desarrollaba la actividad de un circo itinerante de principios del siglo XX.