Río de Janeiro
‘Ciudade maravilhosa’. Tal vez sea la única del mundo que ha dedicado su principal aeródromo a un músico: el inolvidable Antonio Carlos Jobim, quien –junto con Vinicius de Moraes- dibujó las líneas sonoras de bossa nova. Si hubieran preferido valorar a uno de los más queridos pioneros de la samba, podrían haber optado por llamarlo aeropuerto Noel Rosa. Río podría vivir de las rentas –tiene el carnaval más famoso del mundo-, pero sigue creando la música más viva y colorida, en esos mismo tupidos montes o morros donde ahora suena el contundente funk carioca.
La Habana
Ritmos cálidos en el gran sofá. Si la ciudad oriental de Santiago de Cuba conserva la tradición sonera que ha hecho famosa a la isla, La Habana encarna el pulso más vivo y urbano de la música caribeña. En este tierra que vio nacer a los veteranos de Buena Vista y a los jóvenes raperos del barrio de Alamar, anida la semilla de jazz latino, la agitada timba salsera y la dialéctica de la nueva trova que ‘dylanizó’ el mensaje revolucionario en las voces de Silvio Rodríguez y Pablo Milanés. En cada puesta de sol, el malecón representa el kilométrico escenario de todas estas músicas.
Salzburgo
Pelucas, levitas y polvos blancos. Anclada en su imagen barroca de peluca blanca, aterciopeladas levitas y polvos en la cara, Salzburgo no reedita una nostalgia por la ópera: aquí el arte musical más completo del mundo simplemente no desapareció. Vivo todo el año en la omnipresente imagen del genio mozartiano, el verano invita a escoger entre unas 200 óperas de alto nivel. El festival de estío que celebra esta ciudad de escala idónea invita a recorrer la Grosses Festspielhaus (La Gran Casa del Festival) y la Casa de Mozart para disfrutar de las mejores representaciones.
Londres
Hagiografía del Rock ‘n’ Roll. ¿Una ciudad que narre en sí misma la historia del rock? No hay duda: es Londres. Desde el Carnaby Street que visitó a los Rolling Stones, hasta el Támesis que surcaron los Sex Pistols en su vómito antimonárquico, pasando por sótanos –el mítico Marquee Club donde crecieron Bowie y Pink Floyd – y azoteas – aquella de Saville Row donde los Beatles ofrecieron su último concierto-, no hay en la ciudad rincón ajeno a la crónica hagiográfica del rock ‘n’ roll.
Nueva Orleans
La perla francesa de Estados Unidos. Encrucijada cultural irrepetible, es la ciudad que atrae al mundo entero con su carnaval Mardi Gras. Cuna de músicas de raíz de impronta africana, antillana y francesa, es el lugar clave para descubrir los sabores criollos del cajun, el zydeco y el blues del delta. Es la ciudad de Louis Armstrong, a quien se recuerda en los clubes más tradicionales de Bourbon Street, y de los hermanos Marsalis, a quienes de vez en cuando se puede encontrar en el conocido club Snug Harbor. Ni el funesto Katrina pudo con la perla de Estados Unidos.
Buenos Aires
Cuando suena la milonga. Encantadoramente estigmatizada por su origen europeo, Buenos Aires encuentra su identidad en la milonga, término que tanto designa al género aglutinador de tangos y valses criollos, como a los galpones donde éstos se tocan, cantan y bailan. Hubo un tiempo en que un hombre llamado Astor Piazzola se escondía tras los cierres metálicos de los cafetines para, de madrugada, renovar el tango. Hoy la ciudad restituye el genio de este acordeonista, y disfruta de un respetuoso revival gardeliano en milongas tan conocidas como La Catedral, Salón Belgrano, El Zaguán…
París
Café y amor. Según un tópico que solo desmienten sus moradores, a París le corresponde la condición del romance. La otra pasión –esta, indiscutible- sería la música. Tan grande es la historia musical de esta ciudad que en ella caben Serge Gainsbourg y Jane Birkin, Miles Davis y Juliette Greco, Edith Piaf y Mano Negra, Boris Vian, Jim Morrison, el más enérgico raï y el soukous, la música electrónica y el clásico sonido latino de Saint Germain de Prés. Todo dependerá del barrio a elegir.
Dakar
La Cuba de África. Senegal es una especie de Cuba africana, y Dakar su capital. Representada por el célebre Youssou N’Dour y su banda de acompañamientos, Super Etoile de Dakar, la metrópolis africana escenifica, en realidad, múltiples ritmos. Es la oportunidad de reconocer el vibrante mbalax, pero también de ir a buscar la impronta del sonido latino –la reaparecida Orquestra Baobab- y, en el underground, el hip-hop más enérgico y melódico de todo el continente. ¿Los lugares? El Club Thiossane, la Kadjinol Station, el Hôtel de l’Independence…