A Sergio Sancho le definen como agitador cultural, y su biografía detalla que abandonó una prometedora carrera en el ámbito de la publicidad para dedicarse al arte. Pero antes de eso, Sancho pasó por empresariales, marketing e investigaciones de mercado; por eso él se define a sí mismo como “un intruso en el mundo del arte. Básicamente –explica– porque no estudié nada de ese ámbito y mi entrada fue con 26 años, cuando empecé a coleccionar, siendo totalmente autodidacta”. Tanto es así que su escuela consistió en ir de feria en feria buscando artistas que le interesaban, comprando serigrafías hasta que adquirió su primera obra original “una pequeñita de Falagán (Julio), y a partir de ahí, esto se convirtió en una pasión.”
Al poco tiempo, Sergio Sancho se dio cuenta de que muchos de los artistas que le interesaban no llegaban a España y de ahí surgió la idea de crear una feria “desde un punto de vista más fresco, más social, que la gente pudiera acercarse al arte sin miedo, de una manera más relajada y democrática. Desde el principio tuvimos claro –añade– que había que romper esa concepción de que para ser coleccionista de arte tienes que ser millonario”. Y así fue como surgió hace ocho años Madrid Urbanity Art Fair.
Lejos de quedarse en la capital, Sancho trasladó su particular concepto del arte a Ibiza creando CAN (Contemporary Art Now). “En Baleares están surgiendo otros proyectos como el Hauser&Wirth en Menorca, pero esta es una isla muy familiar; en Mallorca hay un movimiento más sobrio, e Ibiza tiene otro perfil: gente joven, más abierta de mente, y vimos que ahí podríamos encajar”. Sin embargo, llama la atención que en una isla donde hasta ahora el turismo que llega viene atraído por el triunvirato formado por sol, fiesta y playa hubiera espacio para el arte. “En los años 70 Ibiza era un reducto de artistas y bohemios que se trasladaron a vivir a la isla y, desde entonces, han coincidido varios creadores formando un tejido artístico que, sin embargo, no estaba configurado, a lo que tampoco ayudaba el hecho de que la fiesta y la música se les fue de las manos. Pero, de unos años a esta parte, han aparecido multitud de beach clubs que solo funcionan durante el día; han proliferado otro tipo de alojamientos como son las granjas orgánicas, y negocios que abren todo el año”, explica Sancho.
Aunque reste méritos a sus aprendizajes pasados en el área empresarial y en estudios de mercado, a buen seguro que ese poso le llevaría sobre la idea de que montar el CAN en Ibiza iba a ser sinónimo de éxito. Y no se equivocó: a la primera edición, el año pasado, acudieron 37 galerías procedentes de 13 países y el 80% de la obra expuesta fue vendida. Pero más allá de las cifras, el fundador de la feria se siente orgulloso por haber creado un concepto totalmente innovador en cuanto a ferias de arte se refiere. “En CAN las galerías tienen que ser invitadas a participar y esa labor la lleva a cabo el comisario Sasa Bogojev, quien identifica aquellas que por su trayectoria o programación forman parte de la creación actual, de forma que todo tiene una coherencia”. También hay un programa de coleccionistas, donde además de visitas privadas a colecciones particulares o a estudios de artistas, incluye cenas, almuerzos o fiestas, de manera que artistas y público se relacionen de una manera más distendida. Y es que, como el propio Sancho afirma, “todos llevamos un potencial coleccionista dentro, y en ferias como CAN puedes decir si algo te gusta o no abiertamente, sin tener que ser un entendido”.