Vivimos en la época de las prisas, de hacer todo con una fecha y hora límites, de ver pasar la vida mientras corremos de un lado para otro. En esta rutina que tan ‘de moda’ parece estar, los relojes son indispensables, ya que saber la hora que es a cada instante es fundamental para el ser humano. Aunque no siempre ha sido así. Hace milenios, los humanos se regían por el sol hasta que instauraron algo que denominaron tiempo.
Desde entonces todo ha estado regido por él y nadie ha podido negarse ante aquella realidad. El geólogo francés Michel Siffre trató de hacerlo en la década de 1960. Se planteó cómo afecta el tiempo al ser humano, en plena carrera espacial y en el punto más álgido de la Guerra Fría. En ese contexto, se encerró en una cueva sin ningún dispositivo que pudiera darle alguna pista del paso del tiempo durante dos meses.
Un reloj biológico desconocido
El campo de la cronobiología humana ha de agradecer uno de sus avances más importantes a un hombre de solo 23 años. «Decidí vivir como un animal, sin reloj, en la oscuridad, sin saber el tiempo», declaró a la revista Cabinet en 2008. A 130 metros de profundidad y con una lámpara de minero con la que se iluminaba en ciertos momentos para comer, leer o escribir en su diario, logró demostrar que los seres humanos tenemos un ‘reloj biológico’.
Este dato ya pululaba en las mentes de los científicos. Lo que no sabían era que ese reloj no se regía por un día de 24 horas, como esperaban. Cada día informaba a su equipo. Se medía el pulso y entonces descubrió que, lo que para él eran 120 segundos o dos minutos, resultaban ser cinco minutos reales. Perdió la noción del tiempo tal y como lo conocemos y, además, solo comía y dormía cuando el cuerpo realmente se lo pedía.
🔎 https://t.co/UV83GLSjgC – Michel Siffre, científico francés fallecido recientemente, realizó experimentos viviendo en cuevas para estudiar la percepción del tiempo. Descubrió que sin referencias externas, el cuerpo humano sigue un ciclo de aproximadamente 48 horas, revelando… pic.twitter.com/ofpzR0jvMx
— Takis Tsiambouris (@Takis1X2) September 16, 2024
«Mi tiempo psicológico se había reducido a la mitad», aseguró. Pues, más allá de sentir cinco minutos como dos, cuando salió estaba convencido de que no habían pasado dos meses sino tan solo uno. El experimento, por tanto, indicaba que, si el cuerpo no se regía por los ritmos circadianos -la guía de la naturaleza con la puesta y la salida del sol-, el reloj interno del cuerpo adopta un ciclo de 48 horas. Después de aquello realizó otras investigaciones y corroboró su idea.
¿Qué es el tiempo?
El Ministerio de Defensa francés lo subvencionó para que descubriera la manera en la que sus soldados pudieran duplicar su actividad en estado de vigilia. Más tarde, la NASA también se interesó en sus experimentos, con el objetivo de entender los efectos de las misiones espaciales más largas. Juntos financiaron su segunda incursión en 1972, esta vez por seis meses -aunque duró casi siete-, en la Cueva de Medianoche en Texas.
Volvió a adoptar el ciclo de 48 horas, pero de forma irregular. «Tenía 36 horas de vigía continua, seguidas de 12 horas de sueño. No podía distinguir la diferencia entre esos días largos y los días que duraban solo 24 horas«, decía. Esta segunda vez perdió aún más la noción del tiempo y no podía distinguir si dormía dos o 18 horas seguidas. «Es el problema del tiempo psicológico. Es el problema de los humanos. ¿Qué es el tiempo? No lo sabemos», aseguró.
Hace unos años, la isla noruega de Sommar decidió prescindir de horarios y relojes debido a que, por su localización, viven días de luz o de oscuridad constantes. Para ellos el reloj era una imposición estresante y ahora los niños pueden jugar en la calle a las tres de la madrugada y las tiendas abrir a la hora que les plazca. Aunque en una comunidad que se rige por los horarios no sería posible hacer eso, lo que ha quedado más que demostrado es que el tiempo es una imposición humana y que, quizá, ni siquiera existe.