Aline Coquelle redefine el safari: un viaje al alma de África y la naturaleza salvaje

Fotografía de Aline Coquelle para el libro 'African Adventures'.

Una de las más de 350 fotografías e ilustraciones incluidas en la publicación.

Safari en la lengua africana suajili significa viaje. Para la fotógrafa parisina Aline Coquelle, el auténtico viaje, el que se hace a paso lento y contemplativo, es una experiencia de renacimiento. Especialmente en África, donde el ser humano recuerda, como por milagro, lo que siempre está y siempre permanece: la naturaleza. Ella es la autora del libro fotográfico African Adventures (editado por Assouline) en el que muestra, a ritmo de safari, el universo salvaje bajo la forma de una obra de arte.

¿Cuál es la mejor definición de safari para usted?

Los colonialistas transformaron su significado original: ahora, para los occidentales, significa unas vacaciones en la naturaleza africana. Pero, para los locales, safari sigue implicando un viaje. Este es el espíritu que hemos intentado plasmar en el libro.

Mapa incluido en el libro African Adventures que refleja algunos de los lugares visitados, como el delta del Okavango, en Botsuana; las cataratas Victoria, en Zimbabue, o los bosques de Ruanda, además de la ruta de las grandes migraciones de fauna entre Kenia y Tanzania.

¿En qué consiste un viaje auténtico?

En reducir la velocidad, tomarte tu tiempo y, finalmente, perderte. Todo cobra vida cuando te adentras en un bosque o te sumerges en un lago. Te conviertes en parte de algo más grande, algo con millones de años de antigüedad, te conviertes en un volcán y una leona, te sincronizas con el fluir de un arroyo. Para mí, la aventura significa volver a los brazos de la naturaleza, a casa, porque los humanos también somos naturaleza.

¿Por qué África tiene este efecto casi místico en los occidentales?

Preferiría hablar de África Oriental, la que mejor conozco. Allí volvemos a nuestras raíces, nos reconectamos con nuestro origen común, renacemos. Nosotros, tan arrogantes, comprendemos allí nuestra insignificancia ante la inmensidad de la naturaleza, por ejemplo, ante la presencia del río Zambeze o el delta del Okavango, en Botsuana. En esos lugares, la luz es inconfundible, tanto como la música producida por el concierto de animales y hojas al viento. El silencio no existe.

Fotografía:Aline Coquelle
Aline Coquelle ha vivido y trabajado en Centroamérica y Sudamérica, India y Europa y, desde hace diez años, en Zanzíbar.

¿Qué medio de transporte utilizó para desplazarse y tomar las fotos?

Muchos. Mis pies, helicópteros, jeeps 4×4, un tipo de canoa llamada mokoro, globos aerostáticos, jets privados con cero emisiones… Aunque en África se sigue viajando incluso estando quieto, simplemente observando.

¿Cuáles son los mejores lugares africanos para un safari?

Hablando de países, que son en su mayoría organizaciones territoriales arbitrarias y artificiales impuestas por los colonizadores, diría Tanzania y Kenia. Hablando de elementos naturales, cuya realidad no es solo preoccidental sino también prehumana, en el libro se viaja por las cataratas Victoria, en el parque nacional de Mosi-oa-Tunya, en Zimbabue, y en los bosques de Ruanda con sus gorilas.

Fotografía:Aline Coquelle
Algunas de las fotografías incluidas en el libro. Dice la autora que los leopardos y guepardos son “los mejores modelos”, por su elegancia, velocidad y pelaje.

¿Qué animales son los más fotogénicos?

Los mejores modelos son los leopardos y los guepardos. Por su forma de moverse, por su velocidad, su elegancia, su pelaje, como si llevaran un abrigo de alta costura. Intento capturar la luz y la actitud que los convierten en obras de arte contemporáneas. En esto, mi maestro fue Peter Beard, capaz de retratar a un león como si fuera Mick Jagger en el escenario.

¿Cuál es para usted el propósito de la fotografía?

Para mí es una emoción que me permite abrir los ojos a nuevas realidades, ver el mundo desde una perspectiva diferente. A través de la fotografía, rompo barreras físicas y mentales. Quiero que mis imágenes se conviertan en un reflejo de mi luz interior, obras de arte en piezas limitadas y numeradas. Mi mayor ambición es que, a través de ellas, África forme parte del entorno doméstico de una familia.

Fotografía:Aline Coquelle
African Adventures recoge impresionantes imágenes que muestran la belleza de la naturaleza sin filtros.

¿Echa de menos la civilización occidental?

Llevo diez años en esta parte del mundo; mi base está en Zanzíbar. Este es mi hogar ahora. Elegí vivir aquí; si extrañara París, volvería. Pero esta soy yo, en equilibrio entre la naturaleza salvaje y la civilización.

¿África le inspira alguna vez sentimientos negativos?

Precisamente porque me maravilla la inmensa belleza de lo que me rodea, pienso con más dolor en lo que amenaza a la naturaleza: la contaminación, el cambio climático, la industrialización, la agricultura intensiva, la superpoblación, el turismo de masas, la deforestación.

Fotografía:Aline Coquelle
Detalle de alojamiento en África, donde el silencio nunca existe, según Aline Coquelle.

¿Tiene todo eso algo que ver con el propósito de este libro?

Por supuesto. Lo hice con la esperanza de promover y preservar el extraordinario legado que la Tierra nos ha dejado.

¿De qué manera se puede hacer eso?

Desarrollando políticas de permacultura, turismo sostenible, reforestación y lucha contra la caza furtiva. Apoyando a los pueblos indígenas para que puedan mantener su forma de vida ancestral, proporcionándoles educación y salud. Trabajando por la paz. Promoviendo a los artistas africanos. Debemos asegurarnos de que los talentos emergentes de hoy se conviertan en los líderes del mañana. Mi esperanza es que África no se convierta en un gran Disneylandia con leones como mascotas en lugar de Mickey Mouse.

Fotografía:Aline Coquelle
Coquelle transportando sobre su cabeza un resto animal.

¿Qué aprendió del contacto con las poblaciones locales?

Puedo resumirlo con la expresión suajili akuna matata, algo así como ‘sin preocupaciones’. Todo está en manos de Dios, así que deja ir lo que no puedes cambiar, vive el presente, sé feliz por lo que tienes, comparte porque no hay placer que no se comparta. Un río nunca se detiene, fluye continuamente hacia el mar.

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